Entrevista
15 de noviembre de 2024
La UNAM en el mundo: ochenta años en San Antonio. Entrevista con Henry Cisneros
Por: Ximena Gómez y Carlos Maza
UNAM Internacional: Sr. Cisneros, dado que su participación en la consolidación de la Escuela de Extensión de la UNAM en San Antonio fue tan importante, nos gustaría conocer sus impresiones sobre su historia, en el contexto de haber sido uno de los primeros alcaldes latinos en una gran ciudad estadounidense.
Henry Cisneros: Fui el primer alcalde de origen mexicano de San Antonio desde 1836, es decir, pasaron cerca de ciento cincuenta años hasta que yo me convertí en alcalde. No fui el primero de origen latino pues, cuando se formó el primer Ayuntamiento, el titular fue Juan Leal Goraz. Antes hubo más de cien años de alcaldes de origen latino pues San Antonio era parte de España. Mas adelante, en los años que condujeron a la Revolución texana, Leal Goraz fue el alcalde.
Para mí fue, naturalmente, un honor. Crecí en una familia de origen mexicano aquí en San Antonio. Mi abuelo participó en la Revolución mexicana, en Puebla. Era tapatío, pero terminó como soldado y periodista en Puebla a principios del siglo XX. La Revolución estaba por entonces viviendo cambios de bando: de un lado Carranza, de otro Obregón, otra parte eran Zapata y Villa; el poder cambiaba de lado constantemente. Mi abuelo se encontró en medio de esos conflictos. Había sido diputado suplente en la Asamblea Constituyente de Querétaro, y estaba muy comprometido, pero en cierto punto fue amenazado con que sería ejecutado, abordó el tren y se vino a San Antonio para sobrevivir, dejando atrás a la familia.
Así, crecí en una familia en la que el abuelo nunca se naturalizó estadounidense porque su lealtad a México era muy fuerte. Creía que había una frase del juramento requerido por Estados Unidos para la nacionalización que exigía a la persona rechazar cualquier otra autoridad, y él de ninguna manera renunciaría a sus lazos con México. Recuerdo que me llevaba a la celebración de Fiestas Patrias en el auditorio municipal de San Antonio, y que nos poníamos de pie para cantar el himno nacional. Yo era un niño pequeño, tendría como diez años de edad; tomé su mano y sentí que temblaba. Tenía miedo de mirar hacia arriba porque no sabía qué estaba pasando, pero volteé, miré su rostro y había lágrimas derramándose por sus mejillas. Esa era la dimensión, la intensidad de su lealtad a México. Y ese es el tipo de familia en que crecí.
Como al año de establecerse en Estados Unidos, mandó traer a su familia. Mi madre era una de esos niños que llegaron por entonces, en 1926. Durante los años veinte mi abuelo trabajó en una imprenta en San Antonio, hasta que decidió que quería iniciar su propio negocio. Se había desarrollado en el campo de la imprenta en Puebla y, de hecho, su empleador lo había enviado a Nueva York a estudiar artes gráficas. Regresó con muchas ideas revolucionarias; con nuevas habilidades como impresor, pero también con principios de libertad, democracia, socialismo… Era un verdadero creyente.
Así que inició su negocio y se convirtió en uno de los más exitosos de la ciudad. Él se volvió un ciudadano líder de la Colonia Mexicana de San Antonio, que entonces agrupaba muchos exiliados de la Revolución: médicos, empresarios, escritores, periodistas. Y mi abuelo se convirtió en una voz respetada dentro de la comunidad mexicana así como en la vida general de San Antonio.
En 1944 fue parte de un grupo de personas que deseaban extender la difusión de la cultura mexicana, de la literatura mexicana, de autores y observadores políticos. Crearon una serie de cursos que estaban afiliados a la UNAM. No había una sede física, sino que iban de un lugar a otro, entre los que destacaba la Universidad de Trinity.
Recuerdo que crecí —yo nací en 1947— en los años cincuenta con mi abuelo vistiendo su mejor traje y con mi abuela que nos llevaban al aeropuerto a recibir a los profesores que llegaban en avión. Recuerdo que los hospedábamos por un par de semanas y les ofrecíamos cenas y galas; eran verdaderas celebridades; por la forma en que eran tratados los profesores de la UNAM, parecían artistas de cine o deportistas. Más tarde, en 1968 cuando San Antonio fue sede de la Feria Mundial, se instaló un pabellón de considerable tamaño para México. Al cerrarse la feria pareció lógico buscar una sede permanente para los cursos y así nació la primera casa de la UNAM fuera de México. Estaba también en línea con Relaciones Exteriores y se localizó en las instalaciones de la feria.
Mi abuelo siempre creyó en la proyección de la cultura mexicana; escribió sobre ello y dedicó su imprenta a la producción de publicaciones como diarios barriales. Hacían un trabajo hermoso para traer noticias desde México, siempre con una perspectiva de respeto por la cultura mexicana, y como medio para que las personas de origen mexicano en Estados Unidos —inmigrantes, trabajadores— estuvieran cerca de su herencia, de sus raíces y de sus tradiciones mexicanas.
Mi abuela inició un programa de radio que se llamaba “La hora de la estrella” (en español), que creemos que fue la primera programación radiofónica en español en San Antonio. Se leía literatura mexicana y poesía. Creo que mi abuelo se dio cuenta de cuan poderosa era la radio y se sumó a “La hora de la estrella”, que se transmitía desde una estación de habla inglesa, la KONO. Era sólo una hora de literatura en español, pero era muy valorada.
Fueron centrales en el apoyo a la familia Cortes que fundó la estación KCOR, de la que creemos que fue la primera estación radiofónica en español de Estados Unidos, fundada aquí en San Antonio; luego vino la transmisora de TV KWEX, también de la familia Cortes, que muchos años después haría equipo con otras televisoras estadounidenses de habla hispana para formar la cadena Univisión, hoy propiedad parcial de Televisa.
Es una larga historia (¡y una larga respuesta!), pero creo que da contexto para explicar por qué había una necesidad de algo como los cursos de la UNAM y luego la fundación de la sede.
LA UNAM HA SIDO LA PRINCIPAL REPRESENTANTE DE LAS AUTÉNTICAS, GENUINAS HISTORIA Y CULTURA DE MÉXICO EN SAN ANTONIO
UI: ¿La empresa de su abuelo estaba relacionada con el mundo editorial?
HC: Era una imprenta pero también mucho más que eso porque la usaba de la manera en que había ejercido el periodismo y la edición en México, en Puebla, durante la Revolución: divulgaba cultura, ideas, editoriales. Editó muchos diarios para la comunidad de origen mexicano de San Antonio, sin estar nunca afiliado con ningún periódico nacional. Y escribió varios libros sobre relaciones panamericanas y sobre la identidad de los mexicanos en Estados Unidos. Tenía que ser un empresario para ganarse la vida, pero su verdadera pasión era escribir para los mexicano-estadounidenses sobre México.
Yo solía decir que mi abuelo me recordaba al líder francés Charles de Gaulle. No tuve palabras para describir la dignidad, la nobleza, la grandeza de este hombre hasta que leí una biografía de De Gaulle. Había una frase que decía: “Charles de Gaulle no se sentía como si fuera de Francia, él era Francia”. Ese era el papel de mi abuelo en San Antonio, no era de México, él mismo era México.
Hoy les hablo desde la imprenta de mi abuelo, que convertí en mis oficinas cuando la imprenta cerró. Estoy sentado en este momento en el área que ocupó la imprenta, y vivo en la que fue su casa, que adquirió alrededor de 1947. Así que ¡no he ido muy lejos en la vida! Sigo los pasos de mi abuelo hasta hoy.
UI: Parece una tradición familiar esta relación, este lazo con la herencia mexicana.
HC: Era difícil aislarse del respeto a México. Él viajaba a México varias veces al año. Fue nombrado representante del presidente Alemán y gestionó la campaña de mexicanos en el exterior, y fue también nombrado cónsul honorario, una posición que mantuvo, junto con el cónsul general, durante casi toda su vida.
Éramos una familia muy unida. El abuelo reunía a todos sus niños, la generación anterior a la mía, la de mi madre y mis tíos, los domingos en su casa. Después de la iglesia, nuestra primera parada era la casa los abuelos para comer, y ahí se iba el tiempo en conversaciones y pláticas hasta el atardecer. Cuando venían los profesores, los invitaban y entonces teníamos a estos distinguidos académicos de la UNAM alrededor de la mesa, ahí en la casa cuando venían como invitados. Mi abuelo se aseguraba de que todos manifestáramos el mayor respeto y todas las cortesías a la manera mexicana.
UI: Más Adelante, siendo usted alcalde, fue usted muy cercano a la sede de la UNAM. Sabemos que apoyó la instalación de un edificio para la oficina…
HC: Sí, hicimos un poco de activismo para lograr que ciertos edificios estuvieran disponibles para la UNAM, es algo que me enorgullece mucho. De hecho hoy mismo alguien me mostró una foto del evento de inauguración de las instalaciones, creo que fue alguien del equipo de la UNAM: muestra el día, ya lejano, cuando siendo yo alcalde se realizó el evento de apertura de las instalaciones de la UNAM.
UI: En su opinión, ¿cuál es la aportación más importante de la UNAM a la ciudad de San Antonio?
HC: Creo que la UNAM ha sido la principal representante de las auténticas, genuinas historia y cultura de México en San Antonio, que fue siempre, por supuesto, su propósito. Ha sido un impactante éxito todos estos años. Claro que la gente ve al consulado con mucho respeto porque ahí se gestionan asuntos migratorios, pasaportes y esas cosas, pero cuando la gente piensa en quién mantiene la llama encendida de la historia y la cultura mexicanas, piensa sin duda en la UNAM. Ha servido ese propósito original para con la comunidad de origen mexicano en San Antonio, incluyendo a muchas personas nacidas en Estados Unidos —yo soy una de ellas—. Nuevas generaciones cuentan, gracias a la UNAM, con un espacio donde ver a México; no el de los titulares de los diarios, sino al México que representa el reconocimiento al rigor académico, el respeto por la historia, por eventos culturales genuinos (no imitaciones, sino auténticos), a gente que estudiado en la UNAM y trae lo mejor de las tradiciones académicas y literarias. Así que sí, ha cumplido su propósito.
También lo ha cumplido ante la comunidad anglo, la que no es de origen hispano en San Antonio, entre la que se respeta y se disfruta de las tradiciones mexicanas y de su historia. Ellos ven a la UNAM como el corazón de esto. Como resultado, han surgido organizaciones como la Sociedad de Amistad entre Estados Unidos y México y varias más que se agrupan alrededor del complejo formado por la UNAM, el Instituto Cultural de México y el consulado. Por último, diría que ha ofrecido un espacio para un trabajo académico serio que rivaliza con lo que puedan tener otras universidades de la ciudad, pero con una clara mirada de comprensión de México y de su papel. La UNAM ha contribuido a que la relación de San Antonio con México sea continua y digna, y ha generado en las personas que no son de origen hispano, en los anglos, en los texanos tradicionales, un sentido del respeto que se debe a la academia, la literatura, el arte y los idiomas mexicanos. Muchos angloamericanos vienen a la UNAM a estudia español y literatura hispánica. No puedo imaginar a ninguna institución más exitosa en el cumplimiento de los objetivos que sea planteado, sus objetivos originales, que la Escuela de Extensión de la UNAM en San Antonio, un éxito insoslayable.
UI: ¡Nos enorgullecen mucho sus palabras! ¿Podemos considerar que las comunidades de origen latino o mexicano de San Antonio están muy interesadas en la cultura y la historia de México, y que las comunidades de otros orígenes distintos al hispano también se están acercando a la UNAM?
HC: Sin duda. Déjenme decirles —y esto es delicado, así que trataré de decirlo con cuidado— que la UNAM y el Instituto se han convertido en lugares donde la gente que quiere expresar su respeto por México de una forma digna se encuentra, es civilizada en sus relaciones, respeta el diálogo, es gentil y educada, y manifiesta su compromiso con altos valores cívicos. No son lugares para una historia y un arte folk, sino espacios donde la gran tradición mexicana en literatura e historia es celebrada por gente que realmente la respeta y que se va de aquí con un respeto todavía mayor.
UI: Es muy agradable escuchar sus palabras sobre nuestra presencia en San Antonio.
HC: Debo decir que durante mi gestión (también como empresario y activista) he tratado de mantener ese nivel de respeto y de hacer todo aquello que construye la presencia de San Antonio. Queremos que esta sea la mejor sede de la UNAM fuera de México y que ustedes sepan cuán valiosa es para nuestra ciudad, que no podría ser el faro internacional que es sin la presencia de la UNAM durante todos estos años. No imagino a San Antonio sin la UNAM. Pero debo añadir que lo que yo he hecho es sólo un tributo al trabajo original, al pensamiento original que mi abuelo y su generación representaron. Yo sólo continúo lo que ellos iniciaron, pero el verdadero trabajo fue el principio, cuando enfrentaban obstáculos y dificultades sin ningún apoyo, e hicieron algo que creció hasta ser lo que hoy disfrutamos. Puedo garantizar que el equipo de UNAM San Antonio trabaja de forma muy honesta, haciendo crecer el respeto que tenemos por la UNAM y por México. Muchas gracias por todo su apoyo.
Henry Cisneros es un político y empresario de San Antonio, Texas. Obtuvo una licenciatura en inglés en la Universidad A&M de Texas, donde también siguió una maestría en ordenamiento territorial urbano y regional; más tarde hizo otra maestría en Administración Pública por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, y un doctorado en Administración Pública por la Universidad George Washington. Miembro del Partido Demócrata, fue alcalde de San Antonio cuatro periodos entre 1981 y 1989. Su carrera política y empresarial sigue expandiéndose hasta hoy.
Ximena Gómez es coordinadora de Comunicación e Imagen en la DGECI y editora de UNAM Internacional.
Carlos Maza es coordinador de Programas Internacionales en la DGECI y editor de UNAM Internacional.
Traducción al español por Carlos Maza.