Encuadre   
31 de marzo de 2025

H) Un laboratorio espacial (astrobiológico) sin fronteras.

Por: Paola Molina Sevilla y José Guadalupe de la Rosa Canales
En 1994 el doctor Rafael Navarro González fundó el Laboratorio de Química de Plasmas y Estudios Planetarios (LQPyEP) en el Instituto de Ciencias Nucleares, con apoyo de la UNAM y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El laboratorio contaba con la más alta tecnología en equipos e instrumentos analíticos de su época, con los que era posible preparar mezclas gaseosas que emularan la atmósfera de cualquier planeta o satélite de nuestro Sistema Solar, así como la instrumentación necesaria para el análisis de los componentes gaseosos generados al someter dichas atmósferas simuladas a fuentes de energía que imitaban las presentes en dichos cuerpos celestes. Los proyectos desarrollados en el laboratorio se centraron en entender los procesos químicos que ocurrieron en la atmósfera de la Tierra primitiva y de Titán, satélite de Saturno. Los primeros resultados demostraron que, al someter dichas atmósferas simuladas a diferentes fuentes de energía, podían formar una variedad de compuestos orgánicos, entre ellos, cianuro de hidrógeno (HCN), un compuesto que se piensa que jugó un papel muy importante en la síntesis de moléculas prebióticas que eventualmente condujeron a la vida en la Tierra. Los resultados obtenidos permitieron la colaboración académica con diversos grupos de investigación, como el de Mario Molina, premio Nobel de Química, y el profesor François Raulin de la Universidad de París-Est Crétiel (UPEC) y miembro de la Agencia Espacial Europea (ESA).

En las siguientes décadas el laboratorio adquirió equipo de vanguardia para emular procesos químicos como los que ocurren en las ventilas hidrotermales de la Tierra y Europa (satélite de Júpiter), permitiendo nuevas colaboraciones con científicos de la NASA como Wanda L. Davis y Christopher P. McKay, lo que daría inicio a la participación del LQPyEP en proyectos de investigación científica relacionados con la búsqueda de vida en nuestro sistema solar.

Uno de los aportes más sobresalientes del LQPyEP fue haber replicado en el desierto de Atacama, Chile, los protocolos realizados la misión Viking para la detección de vida en el suelo marciano. Los resultados obtenidos fueron publicados en 2003 en la revista Science, destacando las limitantes de las técnicas utilizadas y el hecho de haber ubicado el mejor análogo del regolito marciano en los suelos del corazón de Atacama, un lugar que actualmente se utiliza para probar la instrumentación que será enviada en misiones de exploración al planeta rojo.

Por otro lado, en 2008, cuando la misión Phoenix detectó percloratos en el suelo ártico de Marte, se determinó que futuras misiones al planeta rojo no deberían utilizar métodos térmicos de análisis para la detección de material orgánico, ya que dichas técnicas sufren interferencias por los óxidos de hierro y el perclorato presentes en el regolito marciano.

A partir de estas experiencias, si bien no se descartó el uso de los métodos térmicos, el LQPyEP adquirió uno de los equipos más completos de análisis térmico, acoplado a la espectrometría de masas. Esto con el propósito de detectar minerales de tipo sedimentario emulando los análisis realizados por la misión Curiosity de la NASA, con lo que fue posible contribuir a la detección de nitratos y carbonatos cuya presencia indica la existencia de agua líquida en el pasado de Marte.

La infraestructura del LQPyEP y los grandes logros obtenidos en las últimas décadas fructificaron en la invitación a colaborar en las misiones Mars 2020 de la NASA, hoy conocidas como Perseverance, así como en la misión Rosalind Franklin de la ESA. Lamentablemente, en enero del 2021 la epidemia de COVID arrebató a nuestro país a unos de los más destacados científicos en el área de la astrobiología, y al LQPyEP a su investigador líder. En un importante reconocimiento, la NASA dio el nombre del Doctor Navarro a una colina ubicada en el Monte Sharp, en el noroeste del cráter Gale en el planeta Marte.
Paola Molina Sevilla es maestra en ciencias por el Posgrado en Ciencias de la Tierra de la UNAM. En 2011 se integró al equipo del LQPyEP como técnica académica, centrando su trabajo en investigaciones relacionadas a sitios análogos a Marte, terraformación y búsqueda de vida en Marte.

José Guadalupe de la Rosa Canales es maestro en ciencias por la Facultad de Química de la UNAM. En 2005 se incorporó como técnico académico al LQPyEP, desarrollando investigaciones sobre Titán, la luna más grande de Saturno, ventilas hidrotermales de la luna Europa y búsqueda de vida en Marte.
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