Enfoque   
15 de noviembre de 2024

La arquitectura. Reflejo de identidad y legado en las universidades

Por: Ximena Gómez
El uso de espacios arquitectónicos históricos contribuye a la construcción de la identidad institucional de las universidades. La presencia de estudiantes y profesores en estos lugares emblemáticos refuerza el sentido de comunidad y orgullo, convirtiéndose en puntos de referencia tanto para quienes forman parte de la institución como para la sociedad en general. Estas edificaciones representan el patrimonio cultural y arquitectónico que ha sido testigo de la evolución del pensamiento académico a lo largo del tiempo, lo que otorga a los estudiantes y profesores un sentido de continuidad y pertenencia a una tradición intelectual que trasciende generaciones.

La conexión emocional que los estudiantes desarrollan con estos espacios tiene un impacto directo en su compromiso con la universidad y en su futura vida profesional. Este vínculo se convierte en un motor que fomenta la pertenencia e identidad universitaria y los conecta con los valores fundamentales que definen el espíritu académico y universitario: libertad de pensamiento, crítica y diálogo.  

Los espacios históricos no sólo son testigos del pasado, sino que también enriquecen el ambiente académico, ofreciendo un contexto que va más allá de la simple transmisión del conocimiento. La arquitectura de estos edificios no sólo actúa como contenedores de saberes, sino que también afectan la manera en que los estudiantes interactúan, colaboran y aprenden. Recintos como la Casa de los Mascarones, el Palacio de la Autonomía, y Ciudad Universitaria cumplen un papel crucial en la vida universitaria, ofreciendo no solo un entorno físico para el aprendizaje, sino también un legado cultural y simbólico que enriquece la experiencia educativa.  

Estos espacios facilitan la creación de comunidades académicas, fomentando la interacción entre estudiantes y profesores y consolidando un sentido de pertenencia y compromiso con la institución. De esta manera, la arquitectura ayuda a crear comunidades académicas y fomenta un compromiso más profundo con la misión de la universidad.

SEDES

Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM

Emblema
Atenea, diosa griega de la sabiduría, las artes y la educación, ha sido el símbolo de la Facultad. Tiene su origen en los ideales de Justo Sierra: La Escuela Nacional de Altos Estudios representaba un templo promotor del pensamiento y de la investigación con la promesa de impulsar el conocimiento orientado al bienestar social acciones sociales.1​


Para los festejos del centenario, su efigie se construye de trozos de papel con formas geométricas. El logotipo conmemorativo se acompaña del número 100, cuyo símbolo uno es una línea recta que representa la primera facultad en trasladarse a Ciudad Universitaria en 1954, celebrando 70 años en el campus central en 2024.​


Luego, el primer cero está formado por 46 segmentos, cada uno representa un programa académico actual. La FFyL ofrece 16 licenciaturas, dos especializaciones, 15 maestrías y 13 doctorados. En tanto, el segundo cero se forma de tres líneas que son las tres sedes que ha tenido.​

1. Villegas, Gloria. “Bajo el signo de Atenea” en Repositorio FFyL en: http://hdl.handle.net/10391/3546

La Facultad de Filosofía y Letras conmemora su centenario marcado por su constante fomento a las humanidades y a la diversidad del pensamiento. Como una de las facultades más grandes y reconocidas de la UNAM, la FFyL tiene sus orígenes en la Escuela Nacional de Altos Estudios fundada en 1910. Fue en 1924, por acuerdo presidencial y a solicitud de la Secretaría de Educación Pública, cuando se concretó la transformación de una de las áreas de la Escuela dando lugar a la creación de la Facultad de Filosofía y Letras, un espacio académico dedicado a las humanidades dentro de la universidad.​
A lo largo de su historia, la FFyL ha tenido tres ubicaciones:​

1. Palacio de la Autonomía (1924-1938)
Barrio Universitario, Centro Histórico de la Ciudad de México.

El edificio data de los siglos xvii y xviii cuando fue sede del convento de Santa Teresa la Antigua, una construcción religiosa de gran importancia. Con el tiempo, el inmueble pasó por varias transformaciones. Tras la exclaustración, fue utilizado como vecindad, bodega y cuartel militar. ​

En 1890 proyecto su adaptación para albergar la Escuela Normal de Maestros y más tarde, en la primera mitad del siglo xx, fue remodelado y ocupado por distintas escuelas de la universidad. ​

Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio es un ejemplo destacado de la arquitectura colonial del virreinato, con elementos típicos del Barroco y Neoclasicismo con elementos añadidos tras las diferentes remodelaciones volviéndolo de un estilo ecléctico característico de finales del siglo XIX. ​

A lo largo de los años, el Palacio de la Autonomía ha sido testigo de importantes momentos en la historia de la UNAM, y actualmente es sede de actividades académicas y culturales que siguen fomentando el legado de la autonomía universitaria. 

2. Casa de los Mascarones (1935-1954)
Santa María la Ribera

Es uno de los ejemplos más llamativos de la arquitectura del SXVIII, de estilo barroco no religioso, construido originalmente como una finca en la antigua calzada México-Tacuba. La fachada de cantera destaca por los elementos que están armoniosamente ordenados resaltando los balcones enmarcados por detalladas ornamentaciones. En el centro del inmueble se encuentra un patio abierto, con acceso directo a la calle, y alrededor de este se distribuyen salones. 

La construcción quedó inconclusa, y fue a partir de 1822, cuando el edificio fue subastado, pasando a tener varios propietarios. A lo largo del tiempo, se utilizó principalmente por instituciones educativas y científicas. Para finales de la década de 1920 formaba parte de la UNAM, siendo sede de diferentes usos, como Escuela de Verano y la Escuela de Música. En 1929 el inmueble fue formalmente incorporado al patrimonio de la universidad. En 1935 la facultad de Filosofía se traslada a este espacio donde permaneció hasta 1954 cuando se mudó a Ciudad Universitaria. En 1959 gran parte del edificio fue declarado monumento histórico.

3. Campus Central (1954 a la fecha)
Ciudad Universitaria

El Campus Central de la Ciudad Universitaria es una de las grandes obras de la arquitectura mexicana y del Movimiento Moderno, es también reconocido como Patrimonio Mundial de la UNESCO. El plan maestro y las diferentes tipologías de los edificios de CU reflejan características distintivas del Movimiento Moderno, a la vez que incorporan elementos propios de la identidad de México. El plan maestro original contemplaba seccionar el campus en tres zonas principales: Zona Escolar construida alrededor de una explanada con jardines en las cuales se ubicarían los edificios administrativos; Zona Deportiva; y Zona del Estadio Universitario. Este esquema urbanístico habilitaba un sistema vial de circuitos continuos, lo que le otorgaba un carácter orgánico. 

El proyecto de la Facultad de Filosofía y Letras y la Torre I de Humanidades estuvo a cargo de los arquitectos Enrique de la Mora, Enrique Landa y Manuel de la Colina. Estas estrucuras se encuentran ubicadas en el extremo poniente del comúnmente llamado “Tren de las Humanidades”, que es uno de los edificios más largos de México con más de 300 metros de longitud. En este complejo se albergan las facultades de Filosofía y Letras, Economía y Derecho. 

La construcción de estos edificios sigue un enfoque funcionalista, con una planta libre que permite el acceso directo desde el estacionamiento a las “islas”. Los edificios se desplantan sobre columnas, lo que les otorga una expresión plástica de gran modernidad y presencia urbana.
Ximena Gómez es editora de UNAM Internacional y coordinadora de Comunicación e Imagen en la Dirección General de Cooperación e Internacionalización de la UNAM
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