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15 de noviembre de 2024
Etnopoéticas, cosmopoéticas
... el jaguar del cielo nocturno y el año sideral, la oscuridad y el eclipse. Gordon Brotherston, Adugo biri: el jaguar legible
Adugo biri: the legible jaguar es el título de un breve y extraño trabajo del recientemente extinto investigador inglés Gordon Brotherston (1939-2023), que inspiró una serie de libros virtuales que coordino y que se hospeda en el Laboratorio Nacional de Materiales Orales de la UNAM: Adugo biri: etnopoéticas (
https://lanmo.unam.mx/adugobiri/libros.php). Hermético ensayo que aborda lírica y rigurosamente, desde la perspectiva del riesgo (más allá de La América indígena en su literatura: los libros del Cuarto Mundo, su gran obra enciclopédica, 1997), en una especie de palimpsesto, una piel de jaguar bororo de la Amazonía, un simbolismo político-ritual mesoamericano y un relato de Jorge Luis Borges (La escritura del dios), permeado como la piel misma por la síntesis escritural y una suerte de obsesión o de “retorno de lo reprimido”, inscrito desde el origen.
La otra inspiración fue, sin duda, la admirable invención del poeta norteamericano Jerome Rothenberg, junto con el etnólogo Dennis Tedlock y otros especialistas (indígenas o alógenos), lingüistas, traductores o intérpretes nativos, a partir de la gran revista Alcheringa de los años setenta y de la gran antología de Rothenberg (2017 [1968]) de las “poesías tribales” del mundo (o como se prefiera llamarlas: primitivas, indígenas, etcétera):
Technicians of the Sacred: A Range of Poetries from Africa, America, Asia, Europe and Oceania. En todo caso, la proyección es universal y la poética que se generaliza (o se “extiende”, para decirlo en términos posmodernos) no tiene nada que ver con las poéticas indigenistas tradicionales, tradicionalistas, sino que se conectan formal y políticamente con las llamadas vanguardias históricas de manera, por cierto, contradictoria y conflictiva. La obra de Octavio Paz es, en alguna medida, un avatar de estas cuestiones. Y hay otras conexiones o proyecciones que, a la luz de un retroceso en el tiempo, como el que señalamos aquí, son definitorias: entre ellas, una fundamental; la
antropofagia brasileña—y el concretismo de Haroldo de Campos, su heredero [ver recuadro]. O con la poesía-acción del poeta tolosano y anarquista Serge Pey, translucinador de los relatos y los cantos de los huicholes (
Nierika. Cantos de visión de la contramontaña, 2012).
Adugo biri: etnopoéticas, proyecto transdisciplinario de investigación, traducción y edición cuenta con la participación de estudiantes de licenciatura y posgrado (en la investigación, la redacción, la traducción, la preparación editorial, el diseño), así como de investigadores, traductores y poetas de México, Norte y Sudamérica y Europa. El proyecto culmina en la publicación de libros virtuales, de consulta y descarga gratuitas, organizados de manera abierta, libre, heterogénea, con materiales sonoros y visuales (cantos, imágenes, videos), sujetos siempre a evaluaciones académicas rigurosas. Se enfoca en el estudio, la traducción y la edición crítica y creativa de materiales relacionados con las etnopoéticas, las poéticas rituales o ceremoniales, las poéticas chamánicas y de la curación (terapéuticas), las cosmopoéticas de los pueblos indígenas de México y del mundo, a partir de una noción de poética ampliada, generalizada, expandida, conectada con la antropología, la psicología y la historia del arte y el cine; vinculados muy frecuentemente con investigaciones y prácticas de las vanguardias artísticas de los siglos XX y XXI. Materiales, por último, provenientes de ámbitos tan heterogéneos como la selva amazónica y las regiones árticas, la Araucanía y la Tierra del Fuego, la Sierra Mazateca y la costa noroccidental del Pacífico, Isla Tortuga o la Selva Lacandona, Rusia y Perú, el Maghreb y Persia —materiales trabajados por artistas e investigadores que son capaces de conectar con ellos, como Wolfgang Paalen o Antonin Artaud, Serge Pey, Viveiros de Castro, Gamaliel Churata o Davi Kopenawa, chamán yanomami.
Nuestras redes de investigación se extienden–a veces de manera institucional y otras por otros medios– a través de varios países, en cada uno de los casos, como fruto de un interés o un deseo de proyectar internacionalmente no una obra personal, sino una investigación, una creación cuyas imágenes y conceptos son irreductibles (o invisibles) a los circuitos de información masiva. Y no se trata de contactos en las llamadas redes sociales, sino de relaciones personales, de amistades, de trabajadores que creen en la creación marginal, la colectividad, la invención anticapitalista, el altermundismo, el apoyo mutuo y la anarquía.
El proyecto es una continuación, enriquecida y siempre en proceso de actualización, de varios proyectos anteriores:
Adugo biri: etnopoéticas; Primitivismo y locura: poéticas de las vanguardias; Poéticas rituales: canto y curación. Las derivas del proyecto y la época en que vivimos nos han llevado a definir otra instancia o momento de nuestra investigación, aún más universal, correspondiente a los azares y a las líneas de fuga y proyección que han surgido en el curso de nuestro trabajo, en tres vertientes principales: las investigaciones de carácter poético emanadas de las selvas amazónica y lacandona; las discusiones sobre la oralidad y la escritura, y el libro en el horizonte de los universos indígenas, y lo que es posible llamar el contraanálisis de la conquista y la colonización desde el punto de vista del perspectivismo amerindio y de las escenificaciones del teatro artaudiano de la crueldad.
Múltiples son las contribuciones de este proyecto, desde su forma de producción con estudiantes—becarios o no, de posgrado o no— en una forma de publicación al mismo tiempo libre en su forma y su contenido, o de colaboradores de países tan disímiles como Argentina, Austria, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, Francia, Hungría, Irán, Japón, Marruecos, Perú. Investigadores, traductores, editores, poetas que atraviesan la frontera de la digitalidad y traducen, transmiten, transfieren sus trabajos a través de las rutas de internet. Trabajo que tiene una significación política y constituye una innovación técnica y una dimensión de interdisciplinariedad e intermedialidad, con aportes teóricos relativos al indigenismo y las vanguardias, a lo oral y lo escrito: el perspectivismo y la antropofagia.
Se trata, en resumen, de una investigación innovadora desde múltiples puntos de vista: el de la creatividad teórica y la vocación transdisciplinaria; el de la formación y participación de los estudiantes; el del involucramiento político y social relacionado, en este caso, con las luchas por las autonomías —indígenas, en particular—; el de las intersecciones de la escritura y de la traducción, la edición, el cine y las artes plásticas; de la antropología y del psicoanálisis.
Nuestras conexiones más firmes tienen que ver con Francia (Toulouse), Chile (Valparaíso), Brasil (Acre, Minas Gerais, Pará); con grupos de poetas y traductores peruanos o argentinos y en general con especialistas dedicados a las poéticas rituales o indígenas —ya sea que se trate de especialistas académicos o rituales: lingüistas, etnólogos, filólogos o chamanes.
Nuestro proyecto actual, Cosmopoéticas: escrituras selváticas y teatros de la crueldad, surge de varias hipótesis disruptivas. En primer lugar, de la reivindicación de las poéticas llamadas “indígenas”, pero que en el contexto planetario pueden definirse hoy como universales, multiversales o —en el marco de las teorías perspectivistas de Eduardo Viveiros de Castro, autor de las
Metafísicas caníbales (2011) que hereda la radicalidad de la antropofagia brasileña— que desembocan en una cosmopolítica que, desde nuestro punto de vista, deriva o se extrema, siempre en el horizonte de la inmanencia, en una cosmopoética. Como los románticos y el poeta surrealista Paul Éluard, es preciso repetir: “Hay otros mundos, pero están en este”.
El proyecto se bifurca y abre entonces otra perspectiva, la cuestión del libro y la escritura en las culturas amerindias. Sobre este tema hemos avanzado mucho a partir de las aportaciones de Brotherston, hasta otros trabajos más actuales que comenzaron su proceso de traducción en la etapa anterior de nuestro proyecto, en buena parte gracias a la colaboración de nuestros asociados brasileños en los estados de Acre y Minas Gerais.
Otras colaboraciones posibles se internan en la selva lacandona y hasta en las Soledades de Luis de Góngora (consideradas desde el punto de vista de la silva o selva barroca, la ecopoética y el animismo). En cuanto a los teatros de la crueldad inspirados en la teoría de Antonin Artaud, proyectaremos la imagen contraria: la conquista, la espectacularización de la toma de Tenochtitlan y la muerte de Moctezuma en “el primer espectáculo del Teatro de la Crueldad” de Antonin Artaud (La conquista de México, 2005) y la desesperada y anárquica
Jornada de Omagua y Dorado —y las crónicas de “los marañones”— de Lope de Aguirre, que involucra la derrota ante la selva del conquistador en busca de El Dorado y la ambición metafísica de vencer a la Naturaleza y traicionar a Dios para volverse un “tirano cósmico”.
Nuestro proyecto intenta alejarse de cualquier ortodoxia o dogmatismo. Y así aludimos a los conceptos mismos que lo definen, comenzando por la idea de etnopoéticas, cuyo plural se marcó desde el comienzo pero que hemos debido revisar en función de críticas fundadas que, sin embargo, tienen sus límites —la partícula etno y su vínculo con una falsa alteridad u otredad establecida desde el colonialismo y el eurocentrismo, sin considerar precisamente otra alteridad no proyectiva, ya no se sabe si interior o exterior, del adentro o del afuera, del “yo es otro” rimbaudiano: una alteridad esquiza. Pero también otros términos, rechazados universalmente hoy, como primitivismo y locura, que abandonamos o traicionamos como al primero, sujetándonos a las razones críticas, pero que en secreto sostenemos como signo de la complejidad—“primitivo significa complejo”, escribía Jerome Rothenberg, artífice de la etnopoética que terminó sustituyendo por “poética humana”—, expresión de una razón o un delirio inmanentes a la experiencia humana, en el sentido cosmopolítico y al mismo tiempo cosmopoético de esa noción ontológica, animista y chamanística, pluralista y perspectivista, ritualística y perceptiva. De ahí el recurso a conceptos suplementarios aunque, en realidad, acertados como los de poéticas rituales o poéticas ancestrales o poéticas generalizadas —fórmula, esta última, que devuelve toda su potencia a esas poéticas “primitivas”.
Cosmopolíticas, cosmopoéticas… Irrupción de sujetos alucinantes o alucinatorios. Sujetos sumisos frente a sujetos sin sujeción, sin sujeto. Irrupción de concepciones de un mundo real: experimental, empírico, inteligible, imaginario, estético, sensual. Aspectos humanos que no son suficientes, porque la noche —como la percibía sor Juana— invadía y desbordaba el universo sublunar—humano, pero asimismo animal, vegetal o inanimado. Lo animado y lo inanimado como formas de vida y formas de la creación y la regeneración. Lo humano y lo no humano, lo animado y lo no animado, lo animal, lo vegetal, lo mineral.
Frente a las condiciones académicas actuales, nuestro proyecto propone varias acciones de expansión o transformación que incluyen, en cierta manera, la concepción utópica zapatista de lo intergaláctico, pero también, como hemos dicho, de las cosmopolíticas amazónicas, o más generalmente, del cosmopolitismo indígena de Gamaliel Churata y, sobre todo, del gran cosmos del Cuarto Mundo, micro y macrocosmos: oral, escrito, visual, performático o táctil, —escrito en la piel y sobre la piel. Cosmopolíticas que, ciertamente, se expresan en otras geografías y anatomías del mundo americano, en sus cuerpos y sus territorios, en sistemas y escrituras articuladas como performances rituales o dispositivos terapéuticos: mapas, zonas de contacto del microcosmos y el macrocosmos, el inframundo y el cielo, lo imaginario y lo real, la psique y el cuerpo, el pasado y el futuro, lo sueños y lo “real” —canto y destrucción al lado de lo innombrable y de lo innumerable como métodos del sueño y de la escritura.
Para Brotherston, como para nosotros —y para Borges—, la historia es un libro, la cronología es un libro, el tiempo es multidimensional, el espacio se expande en direcciones múltiples, cíclicas, sincrónicas y a la vez lineales, sucesivas, espirales, simultáneas, alternas o alucinantes, en el marco de espacios a un mismo tiempo multidimensionales, cósmicos y rituales, corporales y astronómicos, macro y microcósmicos, diurnos y oníricos, anatómicos y chamánicos, propios de un “cuerpo sin órganos” como el alucinado por Artaud. Y aunque el imaginario de Artaud fuera erróneo, incidió—como el cuchillo sacrificial penetró, según él, en la piel y en la carne de los sacrificados— en la piel y en el imaginario de los pueblos.
La persona es piel, el mundo es piel. Lo sensible, lo inteligible, lo pensable es piel.
Piel en América: una razón para migrar. Piel y migrar deberían ser palabras emparentadas etimológica e imaginariamente. Pero los tiempos cambian: hoy piel y migración son signos de una complejidad planetaria, reivindicadora, ajena a las identidades —trans-identitaria en el sentido del devenir— nómada. Como en sus orígenes: anárquicos, ácratas o sin Estado.
Sin piel, sin Estado: sin identidad o sin esa envoltura exterior construida como una fortaleza delicada, sutil, rasgada, sobre la cual se escribe o se siente, se olfatea o se oye. En otro libro en prensa, aludo a ese pliegue poético y etnológico, filosofal y musical —barroco, en el sentido más profundo y extensivo del término—, no únicamente contra-conquistador, como el barroco isleño de Lezama Lima o el neobarroco o el transbarroco o el etnobarroco, disolventes y heréticos. Universalistas por naturaleza, inclinados al descubrimiento de otros mundos o al autodescubrimiento de universos incógnitos en nosotros mismos y en los otros mundos que nos envuelven. Nos anima el internacionalismo en estas épocas infames, ya no digamos de nacionalismos, sino de individualismos aún más brutales; el espíritu federalista del anarquismo; el comunismo y el socialismo; el animismo, el chamanismo, la utopía arcaica.
Y asimismo la ciencia en conexión con la poesía, como en los tiempos de Goethe y Wilhelm y Alexander von Humboldt. Y ahora de Philippe Descola y Viveiros de Castro. Ya no el cosmos romántico—injustamente vilipendiado como tal—, pero sí otros mundos en comunicación con el nuestro, encantado, pero también abierto e inspirado en las ciencias y en los horizontes abiertos por la expansión europea. Expansión acompañada y apoyada, es cierto, por los proyectos extractivos que paradójicamente analizó y combatió más que nadie, además de extraer multitud de sus lenguas nativas, el sabio Alexander von Humboldt.
El tiempo avanza, cíclico. Procede y retrocede: está presente. El espacio se expande de un modo complejo e imaginario, sujeto a múltiples contemplaciones irreductibles, en conexión con otros tiempos y espacios a la vez sucesivos, alternativos, simultáneos —desorganizados o múltiples, desde la perspectiva del “imperio del capital”—, imposibles de reconstruir desde ninguna parte. El tiempo avanza. La destrucción del planeta avanza. El capitalismo avanza.
Hace unos meses, la artista Úrsula Biemann inauguró en el MUAC una exposición que subraya nuestras preocupaciones sobre el planeta. Allí recobramos una serie de videoensayos sobre procesos de lucha por el territorio: derechos de la “selva viviente” y derechos de la “selva jurídica”. Al fondo hay una poética —una etnopoética— que enuncia, también desde la selva, que “la selva viviente es la selva de los seres, humanos y no humanos”, lugar donde “los micro y los macroorganismos se conectan con nosotros”, compleja arquitectura cosmológica que alberga todo tipo de seres, en
ayuda mutua: humanos y no humanos, en un entrelazamiento, mutuamente interdependientes, en proceso de ensayo o de experimento, de prueba “engendradora de futuros”. Cosmopoéticas: oído, silencio, mundo, performatividad, ritualidad, arte, historia, política, psique, ecología, fin de mundo: Apocalipsis interminable.
Forest Mind: inteligencia selvática. “¿Inteligencia de la naturaleza?”. “¿Tienen las selvas una dimensión cognitiva?”. “¿Tienen consciencia?”. Lo vegetal y lo mineral, lo “no molecular”, son agentes activos de la historia y la política, como escuchar y sentir. La selva escucha, siente y piensa. Tiene consciencia, aunque no la conocemos. Canta, canta a través de muchas voces —coros, soliloquios, rugidos, bramidos silenciosos, pensamientos.
¿Antropofagia? Vanguardias en Brasil
UNAM Internacional
Cien años atrás, la cultura occidental era cosa de vanguardias. Europa estaba siendo cruzada por propuestas novedosas y rupturistas que recogían los acontecimientos de la Revolución Rusa y el avance de las perspectivas sociales anteriores al ascenso de los fascismos, mientras en las capitales de América Latina surgían también formas inéditas de representar el pasado, el presente y, especialmente el futuro, que establecieron diálogos por primera vez igualitarios con lo que sucedía en las metrópolis aún imperialistas.
El camino abierto por los impresionistas en Francia fue pronto transitado por representantes de muchas artes, con un ímpetu que en todas partes se caracterizaba por una intención subversiva y transformadora: revolucionaria. Si la difuminación de la percepción para enfatizar sensaciones dio con el impresionismo, pronto la perspectiva en tanto elemento constitutivo del arte occidental moderno sería también trastocada: se volvería cubismo. Casi de inmediato, el influjo de un campo filosófico que se volvía revolucionario en lo político y lo económico gracias al impulso del marxismo y el anarquismo, y hasta en lo psíquico, gracias al psicoanálisis, la realidad se vería trastocada tan profundamente que un poeta, él mismo vanguardista, Guillaume Apollinaire, comenzaría a hablar de algo que estaba más allá de lo real, el superrealismo o surrealismo. El trastocamiento del sentido en las artes llegaría tan lejos que acabaría en dadaísmo (énfasis en el absurdo y el sinsentido), y entre todas estas innovaciones se plasmaría para las artes una irresistible necesidad de ruptura que las caracteriza hasta nuestros días. Muchos de los grupos formados por entonces con propuestas de vanguardia (la idea del grupo de avanzada que abre camino, heredera de la estrategia militar) nacían con un manifiesto en la mano, quizá por influencia de aquel que dio identidad a las luchas socialistas emanadas del marxismo.
Parte central de este proceso fue desempeñada por artistas latinoamericanos, ya fuera allá en Europa o en nuestras propias latitudes. Los “ismos” más insospechados llegarían a Europa desde aquí: con Borges en Madrid y Girondo en Buenos Aires nacían el ultraísmo y el martinfierrismo (por el manifiesto que lleva su nombre), mientras Huidobro desde Santiago y París provocaba el creacionismo. En las artes plásticas, el México revolucionario vería nacer el muralismo (un arte público como ninguno) y, de su mano, Perú generaría el indigenismo en pintura. Vallejo se haría en sí mismo una vanguardia, la revista Sur de Victoria Ocampo pondría el norte en el sur, en Montevideo, y daría voz a muchas de estas locuras, que llegarían a extremos como el del estridentismo de ciertos poetas y artistas mexicanos oriundos de Veracruz.
En Brasil, el poeta Oswald de Andrade publicó el Manifiesto antropófago en 1928 (en el primer número de la Revista de Antropofagia), dando a luz a una de las más impresionantes tradiciones estéticas del continente, en la que hasta el dadaísmo parece quedarse atrás en cuanto a su radicalismo: “contra todas las catequesis”, y que es una de las primeras narrativas en asomarse al mundo indígena sin prejuicios metropolitanos: “… porque nunca tuvimos gramáticas … Y nunca supimos lo que era urbano, suburbano, fronterizo y continental”. La referencia a la antropofagia deriva de los mitos basados en prácticas caníbales con que desde inicios de la colonización portuguesa se intentó menoscabar la identidad de las poblaciones locales para “primitivizarlas” y, a partir de ello, someterlas.
Elaborado con información de Jorge Schwartz (2002), Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos. México: FCE.
Enrique Flores es Doctor en Letras Hispánicas por El Colegio de México. Profesor de Literatura Colonial y Etnopoética en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y fundador de la Revista de Literaturas Populares. Actualmente coordina el proyecto “Adugo biri: cantos rituales”. Ha publicado libros sobre literatura colonial, literaturas populares, etnopoéticas y poéticas vanguardistas del siglo XX.
Referencias
Artaud, Antonin. (abril de 2005). “La conquista de México” (traducción de Enrique Flores).
Revista de la Universidad de México 14.
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/fe05e532-ce7a-40fc-926f-61cf4e67857c/la-conquista-de-mexico-(traduccion-de-enrique-flores).
Brotherstone, Gordon. (1997).
América indígena en su literatura. Los libros del cuarto mundo. México: Fondo de Cultura Económica.
Pey, Serge. (2012).
Nierika. Cantos de visión de la contramontaña. México: UNAM.
Rothenberg, Jerome (Ed.). (2017).
Technicians of the Sacred. A Range of Poetries from Africa, America, Asia, Europe, and Oceania. Estados Unidos: University of California Press.
Viveiros de Castro, Eduardo. (2011).
Metafísicas caníbales. Líneas de antropología posestructural. Buenos Aires: Katz.