Encuadre
15 de noviembre de 2024
Dinámicas socioterritoriales. El reto de los estudios interdisciplinarios
Por: Adriana Sandoval Moreno
No creemos que existan monopolios de la sabiduría ni zonas de conocimiento reservadas a las personas con determinado título universitario
Wallerstein, Abrir las ciencias sociales, 2007
Dinámicas socioterritoriales en la agenda de investigación
Los territorios son testigos de las intervenciones humanas y de los fenómenos naturales imbricados en dinámicas socioterritoriales que evidencian procesos históricos de transformación, de uso de tecnologías, con interacciones, relaciones de poder y de conflicto. En estos espacios se contemplan procesos de crecimiento urbano, deforestación, contaminación de agua y suelo y desecación de cuerpos de agua a causa de la presencia cada vez más continua y errática de sequías e inundaciones de origen tanto natural como antrópico, que afectan principalmente a grupos sociales vulnerables.
La carpeta de investigaciones sobre problemas prioritarios en los ámbitos internacional, nacional, regional y local frecuentemente rebasa los alcances disciplinarios que, aunque son importantes para comprender los fenómenos socioterritoriales, no son suficientes. Los conocimientos sobre relieve, clima, cuerpos de agua continentales y marinos, especies vivas animales y vegetales, materiales y componentes del suelo y del aire, así como las múltiples interacciones humanas, definen escenarios complejos pues se trata de relaciones dinámicas entrecruzadas, dependientes e interdependientes entre sí: dinámicas socioterritoriales cambiantes a lo largo del tiempo.
Las ciencias experimentales como la física, la geología, la hidrología, la química y la biología han proporcionado conocimientos disciplinarios desde investigaciones sistemáticas en cada campo de estudio. Estos conocimientos permiten saber más acerca de particularidades y fenómenos localizados en el territorio con características específicas. En este sentido, “la investigación disciplinaria concierne, a lo sumo, a un solo y mismo nivel de realidad” (Nicolescu, 1996, p. 38). De la misma manera, en el campo de las ciencias sociales, la sociología, la economía, la ciencia política, la antropología y la historia, entre otras, han generado conocimientos clave para entender y analizar los fenómenos sociales en sí mismos, así como sus interacciones con la naturaleza, los ecosistemas y el paisaje.
La investigación enfocada en las dinámicas socioterritoriales se refiere a la generación de conocimiento sobre las transformaciones de los múltiples sistemas de interacción social-ambiental, caracterizados en contextos territoriales diversos. La composición de áreas de atención prioritaria en la investigación interdisciplinaria y transdisciplinaria destaca en el estudio de los sistemas agroalimentarios, las cuencas hidrosociales, la gestión de riesgos ante fenómenos socioambientales (como son las inundaciones en ciudades, la contaminación de ecosistemas, las sequías extremas, el agotamiento de ríos y lagos, y otros), los sistemas bioculturales, el desplazamiento de especies vivas y los cambios en los ecosistemas.
El ámbito universitario es la cuna de iniciativas de investigación interdisciplinarias donde la pertinencia de las reflexiones, los debates epistemológicos, los acuerdos, las tensiones discursivas y los contrastes teóricos y metodológicos disciplinarios que se ponen en juego permiten ahondar en los fenómenos de estudio en un nivel complejo. A partir de esas dinámicas, el proceso de interdisciplinariedad es entendido como un nivel de colaboración entre disciplinas que implica reciprocidad y enriquecimiento mutuo sobre un fenómeno estudiado para tener una comprensión más amplia del mismo, al punto de elaborar marcos conceptuales que rebasan los horizontes disciplinarios y, por tanto, modifican las disciplinas en contacto y las vuelven dependientes unas de otras, por lo que comparten un marco conceptual y metodológico construido (Molina y Vedia, 2016; Araya Crisóstomo et al., 2019).
Al respecto, la UNAM cuenta con el Programa de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT), mediante el cual se otorga financiamiento a investigaciones disciplinarias, inter y transdisciplinarias. Además, cuenta con programas educativos de posgrado donde la inter y la transdiciplina tienen alcance, como es el Posgrado en Ciencias de la Sostenibilidad, “primer programa en la UNAM que integra formalmente a las ciencias naturales, las ciencias sociales, la ingeniería y el urbanismo” (
https://sostenibilidad.posgrado.unam.mx).
Por su parte, la transdisciplina implica un cambio radical en la investigación científica. Este tipo de investigación se distingue por “generar nuevas formas de producir conocimientos y lograr contenidos innovadores, involucradas en diferentes conocimientos: científicos, técnicos, humanísticos, artísticos y conocimientos formalizados en general, como con conocimientos tácitos, implícitos, de la vida cotidiana” (Gutierrez Serrano, 2016, p. 106). Un ejemplo: después de la pandemia de Covid-19 se han suscitado numerosas investigaciones tanto disciplinarias como interdisciplinarias en las universidades, gobiernos, empresas y sociedad civil. Al ser la pandemia un problema sanitario, la investigación inter y transdisciplinaria está generando conocimiento a tomar en cuenta en múltiples dimensiones: salud, educación, economía, sociedad, psicología, cultura, medioambiente y más.
Por otra parte, problemas ambientales y socioterritoriales como sequías e inundaciones tienen impactos negativos pues generan pérdidas humanas y materiales, pero también son causa de enfermedades, de conflictos sociales y de crisis económicas. Al estudiar un evento de carácter socioambiental, desde la interdisciplina, es posible dar cuenta de las diversas aristas que deben ser consideradas para reducir o eliminar el riesgo, así como para diseñar políticas públicas de amplio alcance y de tipo resolutivo, además de acciones de prevención.
El estudio de las dinámicas socioterritoriales y la interdisciplina
Durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros veinte años del XXI se presentaron tres grandes procesos agrícolas que han cambiado la dinámica socioterritorial de varias regiones del estado de Michoacán, al modificar el padrón de cultivos, el uso de suelo y la dinámica social, económica y ambiental de las comunidades rurales, mediante la justificación del progreso del campo y el desarrollo económico. Se trata de los cultivos de aguacate en las zonas altas templadas, donde antes había bosques, mientras que, en los valles, preciados por la disposición abundante de agua, cambiaron los maizales y cañaverales por la producción de frutos rojos que conjunta a los frutos de la familia ericácea (arándano, zarzamora, frambuesa y fresa). La introducción de estos cultivos transformó la agricultura a cielo abierto por un sistema de agricultura protegida y con tecnología de riego. Estas frutillas tienen tres exigencias: la primera depende de un bien natural, agua limpia para el riego, pues se trata de frutos que se empaquetan al cosecharse para un proceso rápido de exportación y listos para su consumo directo, sin riesgos a la salud del consumidor. La segunda exigencia es la ocupación de numerosa mano de obra en la temporada de cosecha. Por tanto, es un cultivo que se caracteriza por generar fuentes de trabajo. La tercera es el paquete tecnológico del sistema productivo intensivo y escalonado, el cual tiene como prioridad tener fruta todo el año con el mayor rendimiento en la cosecha, con la tecnología protegida y con insumos agroquímicos para reducir las pérdidas por enfermedades y plagas.
Los estudios de química del suelo y del agua son imprescindibles para asegurar buenas cosechas. También se requiere de las ingenierías en agronomía y alimentos, con especialidades en manejo de cultivos con estándares de calidad internacional a través de buenas prácticas agrícolas como la prevención y combate a enfermedades y plagas en los cultivos. Para cumplir con los requisitos de exportación, las empresas contratan personal con conocimientos en administración de empresas y otras carreras afines a los procesos de producción, comercialización y administración. Sin embargo, los resultados de la agricultura intensiva, como son esos agronegocios, reciben fuertes críticas por parte de la academia y de grupos comunitarios y ambientalistas, a causa de los impactos contaminantes en tierra y agua, así como en el trastocamiento de las dinámicas locales sociales y culturales. Se han hecho estudios —no sistemáticos, tampoco completos ni en todos los territorios afectados— que permiten conocer la evidencia del daño ambiental por la contaminación directa y difusa con riesgos para las especies vivas, perjudicando los ecosistemas y la salud humana (Seefoó Luján, 2005; “Producción de berries…”, 2019; Janacua Benites, 2020; Enciso L., 2022). No se conocen estudios o acciones enfocadas por parte de las agroexportadoras para revertir estos daños.
Cuando incursionaron las empresas agroexportadoras en el paisaje michoacano fue notable su acelerada expansión, así como las consecuencias locales de las prácticas extractivistas sobre el agua, al promover manejos agrícolas intensivos en tierras ejidales y de pequeña propiedad. Este acelerado proceso agroexportador es una de las principales causas de cambios socioterritoriales en Michoacán. Aunado a ello, la deforestación de las zonas altas provoca que el agua pluvial llegue a las partes bajas, donde están los centros de población, provocando inundaciones en la temporada de lluvias. De manera paradójica, la desertificación también generó más calor, sequía y baja disponibilidad de agua en la temporada de estiaje, que incluso afecta a las poblaciones al no contar con agua necesaria e inocua para las necesidades básicas de alimentación y aseo.
En el ámbito legal existen estudios donde se analizan las leyes en materia de asuntos ambientales y laborales. Desde la sociología y la antropología se han generado preguntas de investigación en las que confluyen con otras disciplinas como la ecología política y la geografía. Por su parte, la medicina, la geología, la climatología, la hidrología y la meteorología tienen campos de investigación que, aunque denotan conocimientos disciplinarios, confluyen en condiciones, tiempos y espacios de investigación sobre problemas complejos como la contaminación ambiental, el cambio climático, los agroecosistemas, los sistemas agroalimentarios y la sustentabilidad. En estos, la investigación disciplinaria se vuelve un tanto difusa en el sentido de que la epistemología y las preguntas formuladas no son de exclusiva competencia de un ámbito disciplinario, como tampoco las respuestas. En conjunción, las fronteras de las disciplinas son porosas.
Enfoques interdisciplinario y transdiciplinario
Los conocimientos generados por la investigación sobre problemas complejos pueden tener otros propósitos, como la creación de soluciones, el diseño de políticas públicas y los proyectos de intervención y educativos. Es por ello que, “además de la permeabilidad disciplinaria debe considerarse las formas de trabajo que se instalan en el entrecruzamiento o intersección deliberada de dos o más disciplinas, que se reconocen a sí mismas como interdisciplinarias” (Gutierrez Serrano, 2016, p. 53). Siguiendo a Nicolescu (1996, p. 38) “los investigadores disciplinarios y transdisciplinarios no son antagónicos sino complementarios”.
A decir de Nicolescu, se pueden distinguir tres grados de interdisciplinariedad:
- un grado de aplicación; por ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina conducen a la aparición de nuevos tratamientos del cáncer;
- un grado epistemológico; por ejemplo, la transferencia de los métodos de la lógica formal en el campo del derecho genera análisis interesantes en la epistemología del derecho;
- un grado de generación de nuevas disciplinas; por ejemplo, la transferencia de los métodos de la matemática al campo de la física ha generado la física matemática… (Nicolescu, 1996, p. 37)
Sin embargo, en la práctica académica se distinguen, a partir de la propia experiencia investigativa en equipos interdisciplinarios, tres situaciones que constituyen retos para realizar investigación inter y transdisciplinaria:
- La negación de las personas científicas en áreas de trabajo disciplinario para abrir sus enfoques teóricos y sus procedimientos sobre el estudio de un fenómeno que ya ha sido definido por la propia disciplina que dominan. Es difícil moverse de esta área de confort académico al sentir seguridad respecto de lo que se ha hecho durante años y pueden aparecer temores para trabajar con otros investigadores con formaciones académicas distintas (Molina y Vedia, 2016). También se presenta el caso cuando el investigador de las ciencias exactas se niega a colaborar con personas de las ciencias sociales, asumiendo una falsa superioridad de las ciencias exactas o experimentales sobre las sociales.
- El rechazo a colaborar en equipos inter y transdisciplinarios, pues se desconoce cómo proceder, qué se hace o qué se puede hacer desde las ciencias sociales ante problemas técnicos o que históricamente se han atendido desde las ingenierías. En algunos casos he presenciado que se asume la participación de investigadores en lo social como mecanismo consultivo y de consenso con actores locales, posicionando las ciencias sociales como un proceso aparte de la investigación “seria”, en el que los conocimientos sociales se remiten a un papel residual, a tal grado que el profesional en las ciencias experimentales lo describe como un contenido anecdótico, de resultados accesorios a su investigación, e incluso para cumplir institucionalmente con el aporte de su investigación a la sociedad.
- Lo difícil que es equiparar las visiones androcéntricas con otras alternas, cuando se trata de equipos mixtos donde colaboran mujeres investigadoras. Más notable es cuando ellas tienen una trayectoria aún joven, pues en ocasiones las relaciones de poder son notables: pueden generar ambientes de trabajo poco colaborativos y poner en riesgo la pluralidad de enfoques disciplinarios sobre una investigación con alta complejidad.
Superposiciones disciplinarias
Buscar la interdisciplina desde la experiencia disciplinaria de ciencias sociales como la sociología me remitió al informe de la Comisión Gulbenkian, en el que se hace una reflexión sobre el presente y el futuro de las ciencias sociales. La Comisión fue presidida por Immanuel Wallerstein, sociólogo estadounidense, que coordinó la publicación del informe titulado Abrir las ciencias sociales (Wallerstein, 2007), publicado por primera vez en español en 1996.
En dicho informe se hace una construcción histórica de las ciencias sociales desde el siglo xvi hasta principios de la década de 1990. En la configuración de propuestas investigativas con enfoques interdisciplinarios destaca el proceso de institucionalización de las ciencias naturales y las ciencias sociales, los estudios de áreas geográficas que integraron investigadores de diversas disciplinas y la incursión de investigaciones no eurocéntricas.
El proceso de institucionalización de las ciencias se dio en las universidades durante la segunda mitad del siglo xix, periodo en que fueron convirtiéndose en disciplinas como historia, economía, sociología y ciencia política. Su reconocimiento como ciencias era marcado por la delimitación de fronteras, del objeto de estudio, y el planteamiento de perspectivas y metodologías propias (Wallerstein, 2007; Gutierrez Serrano, 2016).
Hasta antes de 1945, el conocimiento estaba separado en dos esferas diferentes: las ciencias naturales y las ciencias sociales. Las primeras ocupando “un estatus jerárquico frente a la otra ‘ciencia’, a veces llamada humanidades, artes, letras, bellas artes, filosofía o cultura, por su aparente incapacidad para presentar resultados ‘prácticos’” (Wallerstein, 2007, pp. 6-7).
Después de la Segunda Guerra Mundial los estudios de área, referidos a zonas geográficas grandes (la URSS, Asia Oriental, América Latina, Medio Oriente, África, Asia Meridional, Asica Sudoriental, Europa Central y Centro-oriental, Europa Occidental) que supuestamente tenían alguna coherencia cultural, histórica y frecuentemente lingüística. Estos estudios fueron entendidos como un campo tanto de estudios como de enseñanza y se asumieron como “multidisciplinarios”, aunque en la práctica se ponía de manifiesto el hecho de que había una dosis considerable de artificialidad en las nítidas separaciones institucionales del conocimiento de las ciencias sociales (Wallerstein, 2007, pp. 41-42).
Fue hasta la década de los noventa cuando se argumentó sobre la pertinencia del trabajo interdisciplinario y sobre la necesidad de integrar o articular conocimiento por medio del diálogo y de nuevos horizontes de sentido para superar la fragmentación, la segmentación del trabajo de investigación y la parcialización disciplinaria (Gutierrez Serrano, 2016, p. 53). Al respecto, en el informe Abrir las ciencias sociales se anota:
LOS ESTUDIOS DE LAS DINÁMICAS SOCIOTERRITORIALES SON UN EJEMPLO CLARO DE LA NECESIDAD DE ABRIR LAS FRONTERAS DISCIPLINARIAS EN LOS CENTROS E INSTITUTOS UNIVERSITARIOS
Las múltiples superposiciones entre las disciplinas tuvieron una consecuencia doble. No solo se hizo cada vez más difícil hallar líneas divisorias claras entre ellas, en términos del campo de sus estudios o el modo en que trataban los datos, sino que además ocurrió que cada una de las disciplinas se fue volviendo cada vez más heterogénea a medida que los límites de los objetos de investigación aceptables se iban estirando. Eso condujo a un cuestionamiento interno considerable en torno a la coherencia de las disciplinas y la legitimidad de las premisas intelectuales que cada una de ellas había utilizado para defender su derecho a una existencia separada. Una manera de manejar esto fue el intento de crear nuevos nombres “interdisciplinarios”, como, por ejemplo, estudios de la comunicación, ciencias administrativas y ciencias del comportamiento (Wallerstein, 2007, p. 52).
Tomando en cuenta lo anterior, a más de veinte años del siglo xxi todavía hay retos que enfrentar para integrar grupos de investigación interdisciplinarios. Los estudios de las dinámicas socioterritoriales son un ejemplo claro de la necesidad de abrir las fronteras disciplinarias en los centros e institutos universitarios, sin perder los aportes de las ciencias exactas o experimentales ni de las ciencias sociales.
Reflexiones finales
La complejidad de las dinámicas socioterritoriales demanda el estudio crítico y holístico desde diferentes áreas del conocimiento. Los estudios inter y transdiciplinarios son un canal de oportunidad en las universidades para producir conocimiento que debe estar al alcance de los diversos actores en los territorios, como un medio para generar respuestas y soluciones.
Los enfoques disciplinarios en el estudio de los problemas complejos han pasado de un esfuerzo por defender sus fronteras a replantearse sus marcos epistemológicos. Aún existen retos para integrar grupos de trabajo inter y transdisciplinarios que permitan generar novedosas construcciones investigativas y abonar al conocimiento.
Adriana Sandoval Moreno es investigadora de Tiempo Completo en la Unidad Académica de Estudios Regionales (UAER) de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, desde 2006.
Referencias
Araya Crisóstomo, Sandra; Monzón Godoy, Víctor Hugo; y Infante Malachias, María Elena. (2019). “Interdisciplinariedad en palabras del profesor de Biología: de la comprensión teórica a la práctica educativa”.
Revista mexicana de investigación educativa, 24(81).
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662019000200403&lng=es&tlng=es
Enciso L., Angélica. (6 de julio de 2022). “El Lado oscuro de los frutos”.
La Jornada.
https://www.jornada.com.mx/2022/07/06/politica/003n2pol
Gutiérrez Serrano, Norma Georgina. (2016).
Senderos académicos para el encuentro: conocimiento transdisciplinario y configuraciones en red. México: Juan Pablos Editor/UNAM.
Janacua Benites, Jesús. (2020). “Construir la agricultura industrial como conflicto socioambiental”.
Ecología Política, 60.
https://www.jstor.org/stable/27041581
Molina y Vedia, Silvia. (2016). “Metodología del proyecto transdiciplinario ‘Las formas del cambio’”. En:
V Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales, Memoria Académica. Mendoza: Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales.
http://elmecs.fahce.unlp.edu.ar/vi-elmecs
Nicolescu, Basarab. (1996).
La transdisciplinariedad. Manifiesto. Hermosillo: Multiversidad Mundo Real Edgar Morin A. C.
https://edgarmorinmultiversidad.org/images/descargas/libros/libro_transdisciplina.pdf
“Producción de berries, en crisis por agroquímicos que contaminan el suelo” (17 de junio de 2019).
La Voz de Michoacán.
https://www.lavozdemichoacan.com.mx/morelia/produccion-de-berries-en-crisis-por-agroquimicos-que-contaminan-el-suelo/
Seefoó Luján, J. Luis. (2005).
La calidad es nuestra, la intoxicación… ¡de usted! Atribución de la responsabilidad en las intoxicaciones por plaguicidas agrícolas. Zamora: El Colegio de Michoacán.
Wallerstein, Immanuel. (Coord.) (2007 [1996]).
Abrir las ciencias sociales. México: Siglo XXI/UNAM. (English edition: Open the Social Sciences, Standford University Press, 1996)