Encuadre   
28 de junio de 2024

Migración según el cine. Personas trabajadoras migrantes temporales en Canadá: cinco retratos en dos décadas

Por: Graciela Martínez-Zalce
Este artículo es una filmografía mínima en la que el tema de la movilidad es fundamental. Las películas aquí reseñadas representan a trabajadoras y trabajadores mexicanos que viajan a Canadá como personas trabajadoras temporales, es decir, que son personas migrantes económicas documentadas.

El cine documental ha servido como medio para registrar las injusticias que cometen los programas binacionales firmados por México y Canadá contra sus participantes. Dependiendo del objetivo con el que hayan sido filmados, los documentales que se enfocan en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) y sus beneficiarios presentan el tema a través de la denuncia o la incidencia política, con una mirada crítica que busca un equilibrio entre los beneficios que el programa representa para sus participantes (tanto hombres como mujeres, personas trabajadoras, empresas y gobiernos) y sus aspectos negativos (racismo y violaciones a los derechos laborales). El PTAT se documenta de manera diferente según la intención del cineasta.

El objetivo de este artículo es señalar los principales problemas del PTAT en el marco de una lectura que tiene lugar en la actual década, presentando la lucha de activistas en relación con la forma en que afecta a las familias y en lo que respecta a la ciudadanización de las personas trabajadoras temporales. Analizo cinco películas producidas en los últimos quince años, presentadas cronológicamente, para descubrir cómo se documenta la participación de las personas trabajadoras agrícolas estacionales en los programas firmados por México y Canadá.

LAS PELÍCULAS
El Contrato es un parteaguas pues ha contribuido a visibilizar la explotación de los trabajadores migrantes estacionales en la agroindustria canadiense; en este caso, todos varones (Butovsky & Smith, 2007; Martínez-Zalce, 2016). Es, sin duda, la más compleja de las cinco películas aquí examinadas porque se centra en actores muy diversos: empresarios y empresarias canadienses, diplomáticos mexicanos, activistas, pero principalmente en los trabajadores y en sus demandas, donde Lee intercala y contrapone las expectativas de dichos actores sobre el programa. Con un enfoque abiertamente activista, Lee quiere utilizar este documento para denunciar una serie de faltas contra quienes, en desventaja, firman el contrato.

Para lograr empatía con los trabajadores —todos mexicanos en este caso, Lee centra su historia en un personaje central; en un inicio vemos los trámites para su contratación y su salida de casa; en el desarrollo lo seguimos durante la temporada de siembra y cosecha de tomates, y en el desenlace, en su regreso a casa. Esto se complementa con opiniones de integrantes de la academia y de otro trabajador que, embozado, habla de las injusticias a las que les someten.

Un fuerte impacto a la historia proviene de la contraposición de la voz en off que explica con cifras y datos la motivación del gobierno canadiense para elegir esta mano de obra barata, con la espontaneidad de los intercambios verbales en cámara que nos permiten ver la verdad desnuda sobre las relaciones de poder que se establecen entre patrones y patronas, representantes del gobierno mexicano y los propios trabajadores. El resultado es estremecedor: el racismo, los prejuicios de clase y los abusos de poder se exhiben, mientras quienes los ejercen sonríen todo el tiempo. Es tan chocante, de hecho, que tanto el National Film Board como la propia directora fueron demandados por difamación por los dueños de los invernaderos, quienes, por su cuenta, se habían referido a los trabajadores como su propiedad, admitieron haber permitido que los supervisores los maltrataran y se habían asociado con los diplomáticos mexicanos (Lee, 2018).

En esta película los asuntos de salud se mencionan como una fuente de problemas porque los empleadores no están dispuestos a resolverlos y, en cualquier caso, su respuesta es repatriar a cualquier persona que esté enferma.

El título de la película es fundamental para entender la intención del cineasta. Está en español y se refiere al instrumento que vincula a los trabajadores con sus empleadores. Es lo que fija las reglas de su estancia y establece las condiciones en las que vivirán durante sus ocho meses de explotación. El contrato sólo está en el título, porque no aparece en ninguna otra parte de la película, sin embargo, queda claro para la audiencia que la proximidad entre las autoridades mexicanas (que no defienden los derechos de los trabajadores como es su obligación) y los patrones (que deberían tratar a sus empleados de manera justa) es responsable de la precariedad de la existencia de los trabajadores migrantes estacionales.

Matices ahonda en las mismas circunstancias, pero con un tono más moderado. Desde una perspectiva poliédrica sigue el recorrido tradicional del documental que alterna entre las entrevistas a las personas implicadas y las imágenes que complementan sus palabras. Debido a su estructura, el documental no establece una historia específica. Sin embargo, las diferentes voces que introduce, como en un coro, conforman una narrativa que muestra cómo las personas trabajadoras —mexicanas en este caso también— dejan atrás una vida rica en relaciones sociales y expresiones culturales para insertarse en otra vida rígida que los confina tanto física como simbólicamente, relacionándose casi exclusivamente entre sí. ¿Dónde están los matices? En la perspectiva multifocal, horizontal, dado que ninguna de las personas implicadas es más importante que otra.

Las voces en coro se despliegan de la siguiente manera: un migrante describe su jornada de trabajo, que vemos en imágenes; los académicos plantean la racialización del trabajo y por qué los mexicanos son considerados la mejor opción para ello, dado que no tienen lazos familiares en el país, no hablan el idioma, no pueden enfrentarse a los patrones y son más fáciles de controlar, todo al mismo tiempo que las imágenes de los hombres que trabajan en el campo siguen apareciendo en la pantalla.

Este documental también aborda el tema de la falta de reconocimiento de los derechos a la salud de las personas migrantes (que tienen miedo a enfermarse), y se refleja en que las clínicas no cuentan con personal de habla hispana, como lo narran un migrante y el activista. Esto contrasta con la opinión de una enfermera que subraya la falta de comunicación entre el personal de salud y las personas migrantes y lo atribuye a la timidez e incomprensión de estas últimas, como se había señalado en El Contrato. La falta de atención médica entonces, persiste casi una década después de que esto se expusiera por primera vez en aquel documental. El segundo problema —que aparece en el documental anterior, aunque allí solo se muestra y no se comenta— es la vivienda de los migrantes.

Matices logra la expresividad a través de la representación de un mundo cuyos habitantes tratan de comprender y acoger a los otros y otras que llegan para contribuir a la prosperidad del mismo mundo que les invisibiliza y excluye. La intención de la película es que entendamos los diferentes matices en la red de relaciones que conforman el espacio que se dejó, el destino y el retorno de todas las personas que participan en el programa. Y la audiencia responde a este coro solidarizándose con el punto de vista de las y los trabajadores y empatizando con quienes se relacionan con esas personas sin prejuicios.

Esperanza P.Q. inicia con una escena que demuestra la hipótesis de que, la autoría de quien filma y lo que quiere narrar son vitales. Con la estética de lo que parece un comercial de televisión, hermosas lechugas y apios de color verde brillante –higiénicos y cubiertos con bolsas de plástico transparente– se exhiben en un supermercado de Quebec. Los intertítulos antisépticos afirman que la industria agrícola de la provincia requiere mano de obra extranjera para tener éxito.

La diferencia entre este documental y los otros cuatro, es su punto de vista. A pesar de que comienza en Guatemala y de que presenta a tres personajes masculinos, la verdadera historia es la de la familia Forino. Partiendo de la premisa de que todos son migrantes, la película muestra la relación cordial que aparentemente tienen los empleadores con sus trabajadores. Aparentemente porque la realidad que ven los espectadores no concuerda con el espectáculo de eficiencia y justicia que el documental intenta comunicar.

Por supuesto, a diferencia de los hombres y mujeres de negocios de habla inglesa de las películas previas, el quebequense Forino se esfuerza por comunicarse en español con las personas que trabajan para él y las trata con familiaridad. Sin embargo, luego vemos dónde viven: un almacén dividido en cubículos minúsculos en los que los trabajadores, mitad mexicanos y mitad guatemaltecos, tienen sus camas. La familiaridad patronal con los trabajadores implica, por ejemplo, enfrentar a los mexicanos y a los guatemaltecos en juegos absurdos.

El director y la cámara están ahí para dar testimonio, como autoridad, de la prosperidad que ciertos migrantes logran explotando a otros, que nunca podrán convertirse en ciudadanos que puedan disfrutar de esa bonanza. El documental se filmó para mostrar la historia de éxito del programa, desde la perspectiva de que los participantes se benefician, a pesar de que aquellos que han tenido la oportunidad de informarse sobre él descubren las injusticias encubiertas por la aparente benevolencia de la empresa Forino.

Y, a pesar de que este no es su objetivo, la película de Briceño revela un subtexto involuntario que muchos críticos del programa han señalado: la negativa del gobierno canadiense a permitir que las personas trabajadoras temporales opten por la ciudadanía. Esto significa que hay diferentes categorías de personas migrantes y que aquellas que realizan trabajos no calificados y son mano de obra barata no son dignas de convertirse en ciudadanas, como sí lo fueron las y los empresarios que las contratan.

Migrant dreams, de Min Sook Lee (2016), es un largometraje en el cual la realización regresa a Leamington, Ontario, pero esta vez las protagonistas son diferentes: son mujeres. La diégesis trata de su estancia en Canadá, con referencia constante a las familias que dejaron atrás en Indonesia.

La perspectiva activista de este documental gira no sólo en torno de una discusión sobre la ciudadanía, basada en la percepción del gobierno canadiense de que estas personas son más trabajadoras que migrantes, sino también en torno de la corrupción que se ha generado para que el programa siga siendo exitoso.

La película está organizada a partir del relato de la vida cotidiana de las protagonistas, pero nunca en el trabajo. Documenta tres partes de sus vidas: la vivienda, la vida familiar y su estatus migratorio. El teléfono celular se convierte en un instrumento de intervención y participación directa de las y los personajes en la realización de la película, con el fin de contar las verdades que trastocan sus vidas. Las personas migrantes viven en espacios tan desolados que parece que han sido concebidos de esa manera para que nadie quiera quedarse allí. Filman las condiciones insalubres, la suciedad y las cucarachas para demostrar que los patrones violan sus derechos. No son libres de elegir dónde vivir; el contrato, redactado en inglés, pero firmado por personas que no hablan ese idioma, estipula que el empleador debe buscarles un alojamiento por el que pagarán alquiler. Salir de la vivienda indecente es un reto y aun así los empresarios exigen el pago de la renta. Las consultas con la abogada, una participante fundamental en el filme, dejan claro que los procedimientos no sólo son injustos, sino ilegales.

La perspectiva de género, la focalización en los personajes femeninos sirve para subrayar la forma en que las relaciones familiares nucleares se ven afectadas por la ausencia de la madre en el hogar o por la elección de pareja en el extranjero. Las consideraciones culturales, las prácticas religiosas y el dominio de las familias, incluso desde lejos, definen la vida de las y los personajes.

La película cierra con cifras impactantes: Canadá acoge a más de un millón de personas trabajadoras migrantes con estatus temporal, procedentes de más de ochenta países. Desde 2006, ese número ha sido mayor que el de aquellas personas a las que se les otorga el estatus de residencia.

Migranta, con m de mamá intenta un ejercicio diferente: su principal objetivo es dar voz y rostro a las mujeres mexicanas que son trabajadoras migrantes temporales en Canadá contando sus historias. Consigue que respondan a dos preguntas: por qué decidieron viajar como una opción de vida y cuáles son los costos y las consecuencias de haber tomado esa decisión.

El documental está dividido en tres capítulos, uno para cada una de las protagonistas. Cada capítulo comienza con un primer plano del rostro de una mujer con una máscara bellamente decorada. Sus relatos son la encarnación de los problemas planteados por los documentales anteriores, la ambigüedad que subyace a la expresión “vivir mejor” y cómo esa ambigüedad ha moldeado sus identidades. ¿Dónde están temporalmente, en México o en Canadá?

Sobre todo, estas tres historias son historias de pérdida, pero sin melodrama. Muestran una aceptación de la realidad de que cada decisión tiene un costo que, al fin de cuentas, probablemente ha sido muy alto.

Al acercarse a estas mujeres de una manera íntima pero no intrusiva, la película nos muestra cómo el programa afecta las subjetividades de sus participantes. A través de la expresividad, el control de la narrativa está determinado por las necesidades del propio contenido, que es la percepción individual de las consecuencias del programa en la vida familiar. Las y los espectadores pueden empatizar con las protagonistas si entienden su dilema o no estar de acuerdo con ellas si se oponen a la división de las familias.

Las historias en las que las mujeres explican sus razones desenmascaran el lado emocional de su participación en el programa. En este sentido, el final hace literal lo que se había planteado simbólicamente: se quitan la máscara y dan su nombre completo al mismo tiempo que expresan un deseo, completando así sus identidades ante la cámara, con el rostro descubierto y con nombre y apellido.

EPÍLOGO
¿Cómo se presenta el PTAT en estos documentales? Resulta paradójico que, desde hace más de quince años, a través de cambios de administraciones, denuncias de grupos activistas, análisis académicos y los propios documentales, algunos de los problemas como las jornadas excesivamente largas, las malas condiciones de vivienda, la falta de atención médica y otros más continúen, mientras que dilemas nuevos, asociados a los reclutadores y extorsionadores, han entrado en escena.

¿Qué balance presentan los documentales del programa? Uno desfavorable, lo cual es paradójico ya que este programa se ha calificado como un modelo binacional de cooperación internacional que procura el bienestar de todas y todos los participantes. Si un documental debe presentar su perspectiva como una perspectiva verdadera que ofrecerá pruebas y certificaciones para que su historia no sea cuestionada, esto se logra de manera convincente a través de una variedad de estructuras. Los cinco documentales parecen llegar a la conclusión de que, mientras no se reconozca el valor de las personas trabajadoras migrantes temporales, seguirán ocurriendo injusticias.

En cada uno de los documentales, los trabajadores detallan lo mucho que extrañan a México y a sus familias. Después de más de una década de idas y venidas, sin embargo, aunque casi todas las personas dicen que sólo volverán unas pocas veces más, siempre hay una próxima vez. Presentar estas historias confirma que, mientras los gobiernos no reformen ciertos aspectos de la estancia de las personas trabajadoras, las relaciones laborales seguirán siendo injustas y los documentales, cumpliendo su propósito, han ayudado a visibilizar esta situación.
Graciela Martínez-Zalce estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la FES Acatlán de la UNAM. Es doctora en Letras Modernas por la Universidad Ibero Americana (UIA). Es también investigadora nivel III en el SNI e integrante de la Academia Mexicana de las Ciencias. Especialista en estudios culturales canadienses. Ha sido investigadora visitante en El Colegio de México, la Universidad McGill (Canadá) y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El presente artículo es resultado de una investigación de largo plazo y deriva de una ponencia ya presentada y de textos incluidos en publicaciones académicas más extensas. Los comentarios sobre la filmografía se han reelaborado a partir del capítulo de la autora titulado “¡Me contrataron! Las y los trabajadores temporales agrícolas: una filmografía comentada” incluido en Santín Peña, Oliver (Ed.) (2021). Canadá y sus paradojas en el siglo XXI, Volumen 1: Política exterior, paradiplomacia, economía, recursos naturales y medioambiente. https://ru.micisan.unam.mx/bitstream/handle/123456789/902/L0153.pdf?isAllowed=y&sequence=1)


Referencias
Butovsky, Johan, & Smith, Murray (2007). “Beyond Social Unionism: Farm Workers in Ontario and Some Lessons from Labour History.” En Labour / Le Travail, 59 (Spring). http://www.jstor.org/stable/25149755.

Martínez-Zalce, Graciela (2016). Instrucciones para salir del limbo: Arbitrario de representaciones audiovisuales de las fronteras en América del Norte. México: CISAN, UNAM.

Briceño-Orduz, Diego. (Director) (2012). Esperanza P.Q. (The Harvesters). [Mediometraje documental, 59 minutos]. MC2 Communication Média. https://vimeo.com/ondemand/theharvesters Canadá.

Díaz Mendiburo, Aaraón. (Director, productor y fotógrafo) (2011). Matices. Migración “temporal” en Canadá. [Mediometraje documental]. Producción independiente con apoyo del Centro Universitario de Producción Audiovisual de la Universidad Autónoma del Estado de México, Justicia for Migrant Workers, United Food and Commercial Workers, Convergencia de Resistencia en las Américas, Amnistía Internacional, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y otras personas e instituciones. http://www.cisan.unam.mx/proyectos/documentales/matices.htm México.

Díaz Mendiburo, Aaraón. (Director, productor y fotógrafo) (2020). Migranta con M de mamá. [Cortometraje documental 25 minutos]. Producción independiente con apoyo de Migrantas del PTAT, Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN-UNAM), Instituto de Investigaciones Antropológicas y Laboratorio de Antropología Visual de la UNAM, entre otras personas e instituciones. http://www.cisan.unam.mx/proyectos/documentales/migranta.htm México.

Lee, Min Sook. (Director) (2003). El Contrato. [Mediometraje documental 51 minutos]. NationalFilm Board. https://www.nfb.ca/film/el_contrato/ Canadá.

Lee, Min Sook. (Director) (2016). Migrant Dreams. [Largometraje documental 88 minutos]. 2580971 ONTARIO INC/Tiger Spirit Production. https://www.cinemapolitica.org/film/migrant-dreams/ Canadá.
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