Entrevista   
31 de julio de 2024

“La UNAM cambió mi vida” Entrevista con Zhang Yibo

Por: Raúl L. Parra
Un estudiante está tomando café mientras lee un libro de Mao Tse-Tung. Podría ser una imagen común en alguna universidad de China, pero esta escena fue de las primeras que Zhang Yibo atestiguó con sorpresa al llegar a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en 2015, como estudiante de intercambio de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing (BFSU, por sus siglas en inglés).

“Había gente leyendo el libro comunista, yo ni lo leía en China”, recuerda al evocar sus primeras impresiones en Filos, como es llamada la facultad comúnmente por los alumnos.

Zhang, entonces estudiante de maestría en traducción chino-español, de la Facultad de Estudios Hispánicos y Portugueses de BFSU, llegó a la UNAM como parte del convenio de movilidad estudiantil que le permitía tener una estancia de seis meses en el programa de posgrado. Esto le abrió la puerta para cursar asignaturas de su preferencia y profundizar sus conocimientos sobre América Latina y México.

La joven descubrió un nuevo ambiente estudiantil. Desde la indumentaria de los alumnos con una diversidad de estilos, jóvenes con perforaciones —algo poco común en China según ella misma lo expresa—, hasta la arquitectura del campus universitario. Para Zhang era como entrar en otra realidad.

Originaria de la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, actualmente estudia otra maestría en interpretación en tres idiomas; español, inglés y chino, en el Middlebury Institute of International Studies, una universidad en Monterrey, California, Estados Unidos. Al terminar sus estudios regresará a su lugar de residencia permanente: México.

Escogió nuestro país como su nuevo hogar porque aquí encontró trabajo, una relación y la oportunidad de reinventarse. A sus veintinueve años de edad, en China se esperaría que ya estuviera casada y con hijos, trabajando para una importante empresa o para el gobierno. Sería impensable que siguiera estudiando, pero en México descubrió que otro mundo es posible. En conversación con UNAM China, comenta:

El intercambio en la UNAM me cambió la vida. Si no hubiera sido por él, estaría en China viviendo una vida que ya estaba planeada. Ahora estoy viviendo como intérprete freelance, haciendo interpretación simultánea en tres idiomas. Estoy viviendo una vida envidiable para muchos, justamente porque la UNAM me ofreció la oportunidad. También porque yo estaba dispuesta a aceptar la oportunidad para cambiar.

ESTUDIAR ESPAÑOL PARA EVITAR EL GAOKAO
Zhang Yibo optó por estudiar español como carrera por una cuestión práctica: evitar el examen nacional de admisión a las universidades chinas, conocido como Gaokao, famoso por su alta competitividad. “Es un examen muy difícil que requiere conocimientos de matemáticas. Como yo no tenía buenas calificaciones en esa materia, decidí tomar un camino más rápido”, explica.

El pase directo fue posible gracias a que estudió su bachillerato en la Escuela de Lenguas Extranjeras de Wuhan, que tenía un programa con BFSU —considerada la universidad más importante de China en el aprendizaje de idiomas— para seleccionar a los estudiantes más talentosos que son admitidos sin presentar el Gaokao. Zhang tenía un buen nivel de inglés y fue seleccionada. Comenta que:

Si hablas chino, inglés y además español, cubres el ochenta por ciento de la población del mundo. Por eso decidí estudiarlo. Otras personas estudian español porque les fascina algún escritor o son fanáticos del futbol. Yo no soy fan del futbol, ni siquiera sabía quién era Gabriel García Márquez, ni leí Cien años de soledad. Lo que me interesaba era la cultura maya, por eso escogí mi nombre en español, Maia.

LA DECISIÓN DE IR A MÉXICO
Al tercer año de la carrera, los alumnos de BFSU tienen la oportunidad de realizar estudios en el extranjero. Fue hasta ese momento que Zhang supo de la UNAM y se enteró de que tenía un convenio con su universidad. “En Beijing conocí a un estudiante de la UNAM, de contabilidad, que estaba estudiando en una universidad de China y él me animó. Me dijo: ‘Vete a México, te ofrezco mi casa’”.

También preguntó a sus compañeras que el año anterior habían ido a universidades de España y a la UNAM.

Ellas me dijeron que era un campus hermoso, patrimonio de la humanidad. Además, yo veía que mi vida estaba yendo en una dirección predeterminada y quería irme para tener una aventura antes de regresar a China y trabajar para una empresa.

Zhang pensó que la oportunidad de irse México era única y que podría ir a España en cualquier momento, ya que para los chinos era más fácil obtener el visado español. Antes de tomar mi decisión, no sabía que la UNAM tenía un lugar tan importante en el ámbito académico de los hispanohablantes. Además, es una universidad muy reconocida mundialmente y en el ranking QS apareció entre las cien mejores del mundo. Utilicé ese argumento para convencer a mis papás. Ellos pensaban que en México no había universidades buenas.

Sus papás estaban preocupados por la inseguridad: en aquel año circulaban en China las noticias de que un importante capo había escapado de la cárcel. Zhang rememora:

Tenía miedo, pero también estaba muy emocionada porque ya había hablado con estudiantes chinos que habían ido a México y todos me dijeron que valía la pena visitar este país. Es muy diferente de lo que vemos en los medios de comunicación. Sí hay peligros, hay drogas y conflictos. Pero cada persona que llega a México tiene su propia aventura. En China parece que la vida de los estudiantes es muy aburrida, en el buen sentido, porque sólo hay un camino: pasar el tiempo estudiando. Pero al llegar a México es como abrirse más caminos. Los estudiantes pueden ser lo que quieran, no sólo buenos estudiantes, pueden ser futbolistas, bailarinas, cosas que no pueden hacer en China porque todo el tiempo es sólo estudiar.

SU PASO POR LA UNAM
Zhang quería vivir la experiencia de intercambio como cualquier estudiante mexicana. En su primer día de clases tomó el pesero para llegar a la UNAM.
—Esta es Ciudad Universitaria —le dijo el chofer.
—¿Ciudad Universitaria? —preguntó Zhang.
—Sí, hasta tiene su propio transporte y seguridad.

Me sorprendí porque en China esto no existía: una ciudad universitaria. Caminé y crucé las islas, llegué a la Biblioteca Central y me quedé con la boca abierta porque era una obra de arte. Muy hermosa. Vi a muchas personas acostadas en las islas, tomando el sol, otras jugando ajedrez, jugando beisbol, futbol…

En la Facultad de Filosofía y Letras todos los profesores eran amables. Recuerda en especial a la profesora Simonetta Morselli Barbieri, quien enseña historia de los pueblos de Mesoamérica. La joven conserva fotografías de sus apuntes de clase, que se combinan con caracteres chinos, palabras en español y en náhuatl, y dibujos de figuras prehispánicas.

La profesora les habló de arte precolombino, de cómo descifrar el simbolismo maya y del significado de los códices. “¡Hasta hoy en día recuerdo la palabra códices!”, exclama Zhang.

Se preguntó si en China tienen este tipo de clases, de cómo descifrar alguna lectura de la antigua China: “Por lo menos no en nuestra universidad”. Este choque cultural le hizo reflexionar sobre la riqueza de las diferentes culturas y la importancia de la diversidad en la educación.

El primer desafío que enfrentó en sus clases fue comprender el sentido de la identidad desde la deconstrucción de las narrativas establecidas. Entendió que decir “el descubrimiento de América Latina” refleja la perspectiva de los conquistadores.

Recuerdo que llevamos dos clases hablando de cuál es la identidad de los latinoamericanos y por qué es incorrecto usar el concepto de descubrimiento. Yo no lo entendía en aquel entonces, pero ahora sí. Porque yo nací en China y no tengo que ser descubierta. Es un tema que interesa a muchos mexicanos y llevan toda la vida discutiendo quiénes son los mexicanos.

Se enojaba consigo misma porque, si bien entendía el español, no comprendía la profundidad de los conceptos y las discusiones.

Cuando salía con amigos mexicanos me trataban de explicar las relaciones entre los indígenas y los europeos. Me di cuenta de que México es completamente diferente del estereotipo que tenía. Yo pensaba que, por ser un país famoso por sus fiestas, todos los mexicanos eran muy optimistas, pero no es cierto. Muchos de mis amigos son depresivos y reflexionan sobre temas profundos de cómo cambiar su país, de quiénes son: el tema de la identidad. Me han presentado un México diferente al de las fiestas.

En el aspecto académico también descubrió un sistema diferente al que conocía en China. En BFSU aprendió un idioma extranjero, por lo que la exigencia era memorizar y repetir.

En la UNAM, el idioma es algo que ya debes dominar antes de venir. Lo que hacen es llevarte más profundo en el discurso, en el análisis y el pensamiento crítico. Teníamos que leer muchos libros a la semana, muy difíciles, que yo no entendía. Cosas que en los primeros dos años de estudios en China no me obligaban a hacer porque pasamos el tiempo aprendiendo el vocabulario del español. En la UNAM te preguntan cuál es tu opinión, te piden que escribas un ensayo o un análisis. No te corrigen, pero se discute en la clase. Alguien que no conoces te puede decir: “Yo no estoy de acuerdo” y da su opinión. Me parece muy interesante esta dinámica.

No es que en BFSU no podamos opinar, es que como estamos aprendiendo una lengua extranjera desde cero, somos como esponjas con tanta información y conocimientos que no te da tiempo de pensar. La UNAM es una universidad muy diversa, y se puede notar entre cada facultad. Sin embargo, todos convivimos y yo me adapto fácilmente a diferentes culturas. En México hay gente de todas clases, colores e ideologías.

Además, la UNAM te abre las puertas de todo el mundo y te muestra lo que es una universidad de verdad: una institución universal que te enseña a pensar, a reflexionar.

UNA OPORTUNIDAD PARA REINVENTARSE
Zhang ha reflexionado sobre los cambios que experimentan los estudiantes chinos que se van de intercambio a México, por lo menos los de su círculo de amigos. Lo explica en su propio caso:

Hay varias razones por las que de repente me sentí tan libre en México. Primero porque estaba en un intercambio de sólo seis meses y en ese tiempo teníamos que regresar a China. Esto es fundamental porque, en una estancia de dos años o llevando una vida normal, no nos íbamos a sentir tan libres. Tengo pruebas de que los mismos estudiantes que disfrutaron tanto en México durante seis meses, se decepcionaron cuando regresaron, no por el país, sino porque ya tenían que hacer su vida y ser más serios.

Para los jóvenes de China, estudiar en México es una aventura que sólo se vive una vez en la vida […] Otro factor importante es la distancia. Al estar tan lejos de tu familia, la gente no te juzga porque no te conoce. En China tenía mucha presión porque mi familia esperaba que trabajara para una empresa del gobierno. En México puedes ser lo que quieras. Vi a una mujer de cuarenta años estudiando su segunda maestría en el programa de filosofía. En China todos la habrían juzgado por no cuidar a sus hijos y por su poca responsabilidad. En México nadie te dice eso. Por el contrario, te felicitan por seguir estudiando.

Esta experiencia me abrió la mente y me mostró nuevos caminos para mi vida. No tengo que seguir un solo camino. Si quiero estudiar una maestría a los cincuenta años, lo puedo hacer.

SU NUEVO HOGAR
Después de su intercambio en la UNAM, Zhang Yibo regresó a China para graduarse como intérprete-traductora. No pasó mucho tiempo antes de encontrar un trabajo que la llevaría de nuevo al continente americano. En 2017 fue contratada por una empresa china para trabajar en Perú por unos meses. Como tenía la visa de Estados Unidos, aprovechó la oportunidad para visitar de nuevo México. Consiguió trabajo en Aeroméxico como intérprete del vuelo Shanghái-Tijuana-Ciudad de México. Laboró ahí poco más de un año hasta que la ruta fue cancelada a mediados de 2019, después de once años de operación y de ser la única aerolínea latinoamericana que conectaba directamente China y América Latina.

Zhang encontró otro empleo en una empresa tecnológica china que le ayudó en su proceso para obtener una visa de trabajo. Todo marchaba bien para ella: en México conoció a su novio, con quien lleva una relación de más de cuatro años, al que identifica como un chino-mexicano.

El novio nació en Shanghái y llegó a México a los once años de edad. Ahora tiene treinta y seis años.

Él se identifica como mexicano. Habla chino, español e inglés. Su español es muy académico pero su chino es de nivel primaria, lo suficiente para trabajar. Su lado asiático chino, común entre los hombres maduros, es que trabajan muy duro. Muchos mexicanos dicen “yo tengo vida privada” pero él se queda trabajando. No obstante, vivió su juventud como cualquier mexicano: fiestas, antros, iba a todos lados.

Desde su lado mexicano, Zhang comenta que su novio es muy abierto:

Le pregunté qué opinaba de mi decisión de que estudiaría una maestría a los veintisiete años, o de que si nos casamos yo no quiero tener hijos. Si le preguntas a un asiático, su respuesta es: “si no tenemos hijos para qué estamos juntos”. La respuesta de mi novio fue: “pase lo que pase, no importa”.

A finales de 2019 llegaba la COVID-19. Ella no pudo regresar a China por tres años. Ante este panorama optó por solicitar la residencia permanente y quedarse definitivamente en México.

ZHANG A LA MEXICANA
De las tradiciones mexicanas que ha experimentado, Zhang recuerda en especial el Día de Muertos.

En China tenemos un día de muertos llamado Qingming, pero se considera un día triste y lloramos. En México una familia me invitó a visitar a sus difuntos. Me sorprendió que la familia comiera tacos en el panteón y que el puesto de tacos estuviera sobre una tumba. Esto fue un choque cultural para mí porque me dijeron: “Siéntate donde quieras”. ¿Dónde me podía sentar si todo estaba lleno de tumbas? Vi a mucha gente haciendo lo mismo. Eso nunca va a pasar en China.

Zhang también ha participado en posadas, pero confiesa que no puede cantar los villancicos ni pedir posada porque se le dificulta la entonación. Pero aprendió a bailar salsa, cumbia y bachata, que pone en práctica con sus amigos ahora que estudia en Estados Unidos.

GENERACIONES DE MIGRANTES CHINOS EN MÉXICO
Desde su condición de migrante, Zhang tiene una mirada de primera mano sobre cómo son las distintas generaciones de los connacionales que se han asentado en el país: observa que hay cuatro generaciones actualmente. La primera está formada por quienes llegaron a México en las décadas de 1980 y 1990. Es la generación de los papás de su novio. “Ellos son muy aislados. El papá de mi novio casi no habla español y se la pasa en casa”. Esta generación abrió pequeños supermercados o los famosos cafés de chinos. Tienen tiendas de artículos chinos muy baratos que se venden en el centro histórico junto con ropa y piratería. Trabajan en Tepito o tienen restaurantes chinos, pero más populares.

A la segunda generación pertenecen los nacidos en los años 1980 en México o que vinieron de China cuando eran niños. Hay quienes tomaron las riendas de los negocios que crearon sus padres.

Pero hay otros, como mi novio, que no quieren dedicarse a los negocios y prefieren trabajar para una empresa. “Mis papás se pasan toda su vida cuidando su tienda. Yo no quiero hacerlo”, dice. Por ello, trabaja para empresas chinas que están abriendo mercado en México.

La tercera generación es a la que pertenece Zhang:

Mi generación, nacidos en los 90, somos los que ya dominamos el español y también hablamos inglés. Muchos trabajan para una empresa y después de cuatro o cinco años renuncian para crear la suya. O quieren seguir estudiando un posgrado, como yo. De los que emigraron a México que yo he conocido de mi generación, llegaron porque su pareja es mexicana o les gusta vivir en el país, y varios son homosexuales.

También hay quienes abrieron empresas, como restaurantes de hot pot o cualquier tipo de comercio relacionado con China. Y la cuarta generación es la de los hijos de empleados chinos que llegaron a trabajar a México y decidieron quedarse:

Sus hijos tienen entre diez y quince años. Van a escuelas privadas y aprenden inglés, chino y español. Seguramente les va a ir muy bien. Estas son las cuatro generaciones que yo he observado y cada una es muy diferente. Entre generaciones casi no se comunican porque la más vieja no está abierta a conocer cosas nuevas.

SIMILITUDES ENTRE CULTURAS
Zhang encuentra similitudes en la forma en que las mamás mexicanas y chinas educan a sus hijos, con un fuerte énfasis en la importancia del estudio:

Con los mexicanos que me he encontrado, todos le dan una gran importancia a la educación. Por lo menos en mi círculo en la UNAM, todos son así. En la Facultad de Filosofía, si no estudias, no entiendes la clase. Estoy segura de que debe haber personas que no le dan importancia a la educación, pero la gente que conozco en México y los mexicanos que conozco en Estados Unidos son muy trabajadores y dan mucha importancia a la educación de sus hijos.

Antes tenía el estereotipo de que si viajaba a América Latina estaría de fiesta todas las noches; y es cierto, hay antros todas las noches. Existe la educación académica y la educación en casa: aunque hay familias que no pueden pagar educación privada, dentro de casa te educan bien: a saludar a la gente, a pedir perdón, a decir “con permiso” cuando quieres pasar. También hay partes bruscas de los mexicanos, pero en general son nobles. Para la gente que sí puede pagar la educación de sus hijos, he visto familias cuyos papás tienen hasta dos trabajos con tal de pagar la colegiatura.

Lo que también me impresiona a diferencia de China es la tolerancia. Se piensa que, si estudias carreras en humanidades, como lenguas e historia, no vas a tener oportunidades. Pero en México, si dices que eres historiadora te ven con buenos ojos, mientras que en China te preguntarán qué estudiaste. Ese es mi caso, por supuesto que no es aplicable para todo el mundo.

Zhang Yibo considera que el idioma sólo es un instrumento para comunicarse con la gente. Lo más importante es conocer a las personas y su cultura:

Por eso, la UNAM y BFSU deben seguir impulsando sus programas de intercambio para cambiar la vida de muchos estudiantes. A los estudiantes de la UNAM que deseen hacer un intercambio en China, la experiencia les cambiará la vida. Aprender la cultura china y el idioma les abrirá una gran cantidad de ofertas de trabajo. También es una oportunidad para conocer un país tan lejano a México con muchas similitudes y diferencias.

Zhang Yibo es una intérprete y traductora china formada en la UNAM y radicada en México.

Raúl L. Parra es coordinador de Vinculación y Comunicación de la Sede de la UNAM en China, donde edita el boletín electrónico bilingüe (chino-español) En el ombligo de la luna.
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