Entrevista   
31 de julio de 2024

Impacto del género en la movilidad. Entrevista con Alethia Fernández de la Reguera

Por: Ximena Gómez y Carlos Maza
Carlos Maza: ¿Cómo se relaciona el tema de la migración con el género? ¿Cuál es la dimensión de género de la migración?
Alethia Fernández de la Reguera: Hay una tradición de estudios migratorios y estudios de género: académicas como Marina Ariza, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, fueron de las primeras en estudiar el impacto del género en la movilidad. En una primera etapa se estudiaron las migraciones que venían del campo a la ciudad en las décadas de 1960, 1970, e inclusive en 1980, cuando eran las mujeres quienes salían del campo a las ciudades como migrantes primarias. A partir de ese momento se comienza a estudiar el rol de las mujeres en los procesos de movilidad México-Estados Unidos. Las teorías tradicionales de la migración no tomaban en cuenta al género; se pensaba que las mujeres migraban como acompañantes, que eran los varones los migrantes primarios, los que comenzaban el movimiento migratorio, y que las mujeres eran secundarias a esas decisiones. Nos empezamos a dar cuenta de que no es así, de que las mujeres siempre han tenido un lugar importantísimo y de que en la migración México-Estados Unidos, así como en las migraciones internas campo-ciudad las mujeres han sido pioneras en sus familias y sus comunidades. Las mujeres dejan sus casas, sus familias, sus entornos por condiciones particulares muy marcadas por el género: por lo general, por un contexto de violencia familiar, de violencia comunitaria, de violencia de pareja. Además , toman decisiones para migrar de forma mucho más compleja, o con más obstáculos que lo que viven los hombres.

Somos un país de personas migrantes, donde los hombres tradicionalmente, incluso como un de ritual de la masculinidad, salen al norte y empiezan la vida adulta para ser proveedores. En cambio, cuando las mujeres se van al norte están transgrediendo el rol tradicional de quedarse en casa cuidando a sus hijos e hijas. Las mujeres han tenido que emprender muchas negociaciones a nivel de la familia y han tenido que migrar con menos recursos y con otro tipo de redes, pues los estudios muestran no necesariamente tienen las mismas redes que los hombres. En el libro Caravanas (Gandini, Fernández de la Reguera y Narváez Gutiérrez, 2020), que publicamos después de hacer investigación directamente con personas migrantes en el camino, es muy claro, por ejemplo, cómo muchas mujeres optaron por la caravana pues era la forma de poder salir de sus países reduciendo los costos y los riesgos. El carácter masivo de la caravana es una forma de reducir el costo de contratar a un traficante o a un pollero, y también es una forma de viajar más visible, que les permite estar más seguras, porque las mujeres centroamericanas llevan décadas atravesando México, siendo víctimas de una violencia extrema, violencia sexual.

Por ello suelen transitar con redes de traficantes como una manera de estar más seguras, de ser menos visibles, pero lo que acaba pasando es que se generan mayores riesgos.

CM: Las estadísticas migratorias siguen diciéndonos que son más los hombres que migran que las mujeres, ¿es así?
AFR: Tendríamos que hacer un análisis más detallado de cómo estamos midiendo las movilidades. Prácticamente hay un cincuenta por ciento de unos y otras en general en los flujos. Lo que cambia es la estrategia, y depende mucho del circuito. Si vemos el circuito México-Estados Unidos, las mujeres no están en migraciones circulares, se quedan mucho más tiempo, por periodos de cinco a diez años, porque para ellas es más difícil regresar. Si bien los números están muy equilibrados (cincuenta y cincuenta por ciento), se ve más el alza de los varones si medimos eventos de cruce, por ejemplo.

En el caso de las migraciones centroamericanas, dependiendo la nacionalidad, sí hay más varones porque los riesgos de migrar, de cruzar México de manera irregular, son altísimos para las mujeres. Las personas que han sido detenidas en México son entre sesenta y sesenta y cinco por ciento varones, es decir que estamos hablando de un treinta y cinco a cuarenta por ciento de mujeres. No solamente hay que poner atención en la cantidad de personas, sino que al hablar de género y migraciones hay que enfocarnos en las estrategias, los riesgos y los capitales con los que migran las mujeres.

CM: Hablabas de redes que intervienen en el proceso migratorio, ¿qué redes son estas?, ¿cómo funcionan?
AFR: Las teorías clásicas de la migración decían que por cada acto migratorio se generan otros nuevos actos, es decir que cada persona que migra va a atraer a otras personas migrantes, familiares, gente de su comunidad, porque se migra a partir de un capital social —las redes, el acceso a la información, a los préstamos—. Las mujeres no tienen acceso a las redes que tienen los varones. Voy a poner un ejemplo muy sencillo, pero muy duro para quienes hacemos trabajo de campo: el acceso a un teléfono celular. Las mujeres difícilmente van a tener un teléfono para ellas; siempre es compartido, prestado. Los hombres, en cambio, todos tienen su propio teléfono. A través del teléfono tienes acceso a redes en Facebook, a grupos que saben dónde hay albergues, dónde retenes, así como a la posibilidad de recibir transferencias financieras desde Estados Unidos.

El acceso a redes es muy diferente, hay una gran desigualdad. Ellos tienen el teléfono y tienen acceso a transferencias y a un montón de información, por ejemplo por medio de TikTok. Hoy se migra con Tik-Tok, y si vemos los perfiles, los tiktokers son varones, no mujeres, y también son varones quienes están teniendo acceso a esas redes.

Las mujeres tienen otro tipo de redes. Además de que son redes más precarizadas, hay que entender que tienen que ver también con el trabajo de cuidado. El gran problema es que las mujeres migran con sus hijos e hijas, migran como cuidadoras y, a veces, para hacer un trámite ante la Comision Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), se ven imposibilitadas para ir a firmar porque no pueden llevar a sus hijos, porque no pueden pagar pasajes para tres personas o porque no pueden tener a las hijos e hijos esperando durante diez horas, bajo el sol en Tapachula. No existen políticas públicas que nos permitan ser conscientes de que las mujeres son cuidadoras. Cuando hablamos de sus redes nos referimos a que entre ellas tienen que hacer los arreglos porque ningún albergue en México tiene un programa para dejar a los niños y niñas un par de horas mientras ellas van a trabajar, por ejemplo.

CM: Hablaste de los centros de detención, de retenes; es un tema que has tocado en otra publicación: Detención migratoria: prácticas de humillación, asco y desprecio (Fernández de la Reguera Ahedo, 2021a). ¿Por qué las políticas de los países tratan de contener la migración de esa manera?
AFR: Es muy difícil esta pregunta porque no hay un escenario positivo. Hay que entender el papel que ocupa México en el contexto de estos enfoques punitivos, criminalizantes de la migración. México es el país de América Latina que tiene más centros de detención migratoria. Está replicando las peores prácticas de los países del Norte global, replicamos lo que estamos viendo en Estados Unidos, pero también en Grecia o en Italia: esta deshumanización absoluta de las personas migrantes y la desaparición del asilo o de la posibilidad de generar protección internacional a cambio de militarizar fronteras, de crear más centros de detención y poner a la Guardia Nacional al frente como primeros respondientes. Son políticas globales por las que la detención se convierte en una de las estrategias más importantes de disuasión. Todas las personas que entran al país y establecen contacto con la autoridad, muy posiblemente van a acabar en un centro de detención, aunque sean solicitantes de asilo y aunque lo que necesitan sea protección internacional.

México ocupa ese lugar: cada año rompemos récords del número de personas detenidas. En 2023 cerramos con prácticamente setecientas mil personas detenidas; más de medio millón de personas detenidas, de las que la gran mayoría van a ser deportadas. La detención se convierte así en esta estrategia de disuasión y México tiene un escenario todavía un poco más complejo porque ha militarizado las fronteras. Las solicitudes de asilo comienzan en Chiapas y entre Chiapas y Tabasco se llevan el sesenta y cinco por ciento de las detenciones.

El discurso público es que hay lugares de acogida, a veces hay gente que piensa que hay albergues. Por su parte, la estrategia del retén es importante porque es un dispositivo móvil que permite que la frontera se mueva hacia el interior del país, y además se puede flexibilizar y ajustar para perfilar a ciertos grupos. En un tramo carretero de trescientos kilómetros, el tramo Tapachula-Tuxtla Gutiérrez, tienes once retenes. Así es absolutamente imposible salir de ese espacio, donde, además, por medio de la práctica de perfilamiento racial, se lleva a cabo una estrategia de detención casi personalizada. Pensando en las mujeres, estas condiciones las enfrentan a riesgos mucho mayores. No quiero decir que los hombres no enfrentan riesgos, pero está el tema de la violencia sexual por parte de las autoridades, cuando están deteniendo a mujeres. Hemos tenido casos gravísimos de abuso sexual por parte de la Guardia Nacional cuando detienen a mujeres migrantes. Entonces. el tema de migrar con un cuerpo de mujer sí las expone a muchísimas más violencias en ese sentido.

Ximena Gómez: El refugio deja de ser un lugar seguro, en el centro de detención mismo se dan situaciones terribles de inseguridad. Y también hay una gran desinformación…
AFR: Lo primero que sucede en los centros de detención migratoria o en los retenes es la desinformación. No se les informa que México es un país donde tienen derecho a solicitar protección internacional y la condición de refugiado. Tampoco se les informa a las personas por qué están siendo detenidas, por cuánto tiempo, ni que tienen acceso a solicitar un apoyo, una asistencia psicojurídica, que hay organizaciones que tienen acceso a las estaciones migratorias. Justo hace un año, el 27 de marzo de 2023, hubo un incendio en la Estación Migratoria de Ciudad Juárez que deja ver cómo los centros de detención se vuelven espacios de riesgo y de muerte.

Los casos de mayor abuso que mencioné, de abuso sexual suelen suceder en los retenes carreteros, al momento de encontrar a las mujeres en las carreteras, y hasta que son llevadas a centros de detención. Lo que estoy argumentando es cómo al estudiar la detención no solamente debemos ver lo que sucede en el centro de detención, sino desde el primer instante en que la persona entra en contacto con una autoridad, todo lo que puede pasar en este proceso. Estamos viendo casos de desaparición forzada temporal, personas que son desaparecidas por unas horas, que son desaparecidas e incomunicadas porque las detenciones ocurren en lugares donde no hay redes celulares, por ejemplo. Es un proceso de riesgo desde el momento en que interactúan con la autoridad hasta que son llevadas a una estación migratoria.

CM: Tú escribías sobre alguna de estas instalaciones, cerca de Tapachula, que no tenía la capacidad para sostener la vida de las personas, de la cantidad de personas que estaban ahí. ¿Esto es generalizado en los centros de retención de migrantes?
AFR: La ley de Migración establece la existencia de estaciones migratorias y estancias temporales, pero yo les llamo centros de detención y creo que inclusive podemos argumentar que son cárceles de migrantes. He realizado investigación etnográfica también en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan y puedo decir que las condiciones son muchísimo más precarias en las estaciones migratorias que en el reclusorio. Lo que pasó en Ciudad Juárez es un caso, el peor de todos, pero en los últimos años, de 2012 para acá, ha habido doce muertes de personas migrantes en estaciones migratorias por negligencia, por abandono, por muchas causas bajo la responsabilidad del Estado. Es algo que estamos viendo a lo largo de todo el país. Hay informes como el del Consejo Ciudadano del Instituto Nacional de Migración, de 2017, que investigó en alrededor de veinte estaciones migratorias y narran eso: hacinamiento, condiciones insalubres, falta de servicio médico e inclusive espacios torturantes. Es un universo muy poco conocido porque, además, todo está escondido, todo se maneja con estos eufemismos de la ley, pero además el problema es que todo recae en derecho administrativo: llegar de manera irregular a México no es un delito, es una falta administrativa que, de acuerdo con la Constitución, amerita detenciones de treinta y seis horas. Pero en la práctica, la política migratoria funciona dentro de una especie de política criminal, el tratamiento es más similar al de una perspectiva de lo penal a que a una perspectiva administrativa.

CM: ¿Qué pasa con las personas migrantes mexicanas, viven estas mismas circunstancias?
AFR: Los circuitos y las estrategias de migración México-Estados Unidos cambian muy rápido, especialmente en un contexto tan punitivo y de externalización fronteriza. Lo que está pasando, porque las personas mexicanas viven lo mismo que las centroamericanas, es que hay zonas del país, rutas migratorias que son operadas por el crimen organizado. Las personas mexicanas también están en muchísimo riesgo, aunque sin duda tienen más capitales.

Un gran drama, lo hemos visto en Tijuana, es el tema de las personas deportadas. Juan Antonio del Monte, investigador de El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, tiene un libro, El vórtice de precarización. Retorno forzado y visa callejera en la frontera norte de México (2022), un trabajo etnográfico con personas mexicanas deportadas en Tijuana. Me ha tocado estar en la frontera cuando deportan a adultos mayores, gente que ha trabajado toda su vida en Estados Unidos y que por una multa de tránsito es deportada, o porque tienen enfermedades crónico-degenerativas, por ejemplo diabetes, o porque ya no son productivos; simplemente es como desecharlos al otro lado de la frontera. Es muy triste: dejan su casa, su patrimonio entero, sus hijos e hijas, nietos y nietas en Estados Unidos y son deportados. Se ha vuelto muy compleja la frontera norte, Tijuana es distinto que Tapachula. En Tapachula hay personas de tantos países diferentes, personas que vienen de países africanos, familias venezolanas. En el norte, se suma a la dinámica que viene del sur, la de las personas mexicanas que quieren cruzar y quienes han sido deportadas. La perspectiva de la migración México-Estados Unidos la pensaría desde las personas deportadas, todas esas personas que han sido enviadas forzadamente de regreso sin nada después de una vida entera.

Otro tema importante que se está estudiando muy poco es el de las personas mexicanas que piden asilo en Estados Unidos, personas desplazadas internas de Michoacán o de Guerrero, grupos que incluyen mujeres —las hemos visto— que están en la frontera buscando asilo y que han vivido desplazamiento y muchas violencias en sus comunidades de origen. Ahora están en las ciudades del norte esperando cruzar para pedir asilo. Lamentablemente Estados Unidos ha cerrado los canales de protección internacional. Ahora las personas que logran ingresar a Estados Unidos lo hacen con un tipo de protección que se llama Permiso Humanitario o de Beneficio Público Significativo o bien por medio de la aplicación CBP One, para la digitalización del asilo.

CM: Haz hecho trabajo de campo intensamente: ¿cómo vives en lo personal este trabajo de investigación directa con personas que viven situaciones tan complejas?
AFR: He enfocado mi trabajo más hacia la perspectiva de las personas que son agentes de migración, personas burócratas; que no son necesariamente a quienes me gustaría entrevistar, pero cuya perspectiva es importante. Hay situacioes en que te das cuenta de que no puedes confrontarles, especialmente al ver cómo operan los retenes, tanto la Guardia Nacional como las y los agentes del Instituto Nacional de Migración y, por otro lado, ves la profunda necesidad que tiene la gente de sobrevivir, literalmente. Ahora hacemos trabajo humanitario; ha cambiado tanto el escenario, que una vez que estamos en campo apoyamos en intentar resolver. Lo primero es actualizarnos en cuanto a los trámites migratorios, porque la gente necesita información y siempre te van a preguntar. Estamos con muchas redes, con organizaciones locales y así tenemos más respaldo para canalizar casos. Lamentablemente gran parte de las canalizaciones se resuelven por WhatsApp, hasta con las autoridades locales en Tapachula la comunicación es por WhatsApp para resolver muchas cosas. Y tengo también mis estrategias: he reducido el tiempo que trabajo en campo. Es muy difícil porque tienes que entrevistar a gente que sabes que no vas a volver a ver, que no sabes ni siquiera si va a poder cruzar o no. Y lo que nos ha pasado últimamente es que, más que entrevistas, estamos haciendo un poco de todo, más trabajo de asistencia humanitaria que otra cosa.

XG: ¿Cómo es la participación de la sociedad civil y sus organizaciones con las personas migrantes en estos lugares? ¿Cuál es el papel de estas organizaciones en el proceso general de migración que estás estudiando?
AFR: Hemos visto en Tapachula organizaciones locales, de base local, con procesos interesantes de adaptación, por ejemplo, con personas de origen haitiano. Es muy interesante ver cómo se ha ido integrando la economía de la población haitiana en Tapachula; cerca del mercado municipal hay bares y restaurantes. Creo que la sociedad tapachulteca, que es el caso que más conozco, empieza con un rechazo, pero saben que ahí hay una fuente de recursos económicos. En todos los municipios donde están o por donde pasan los migrantes puede llegar a haber problemas en la provisión de servicios básicos, pero también hay una economía que se activa.

Los medios de comunicación locales suelen mandar un mensaje xenófobo que señala que los índices de criminalidad suben cuando llegan las personas migrantes, lo que está comprobado que es falso. Pero también hay mucho trabajo muy interesante y valioso de la sociedad civil; hay organizaciones que tienen años trabajando y que son la base de la provisión de asistencia humanitaria y de protección social. Hicimos con Luciana Gandini y Juan Carlos Narváez una investigación durante la pandemia, sobre respuestas institucionales y sobresalieron las iniciativas desde sociedad civil. Por parte del gobierno federal, existe en Tapachula el Programa de Emergencia Social de la Secretaría de Bienestar, que es una especie de programa de empleo temporal. En realidad quienes cargan con toda la reacción en materia de mínima protección social, en cuanto a proveer un lugar para dormir, alimentos y todo lo que tiene que ver con trámites o apoyo psicológico, son mayoritariamente las organizaciones sociales y los organismos internacionales. México es un país de mucha tradición migrante; estudiar los albergues es muy interesante porque en el norte del país toda esa tradición que eran las casas del emigrante y todos los espacios de acogida para personas migrantes mexicanas cuando estaban en ruta, hace varios años que se ha dado una transformación, primero para recibir a las personas deportadas y ahora para las personas centroamericanas y de otros países que cruzan por México. Yo diría que las organizaciones de la sociedad civil son muy importantes, son quienes sostienen la posibilidad de que las personas migrantes realicen sus trámites y su tránsito por México.

CM: ¿Se podría decir que las organizaciones de la sociedad civil cumplen este papel porque el Estado no lo hace?
AFR: Absolutamente. El Estado se queda con el control, con la militarización, pero esa responsabilidad que es suya en cuanto a asistencia social y protección internacional, no la ejerce. Si entrar a México de manera irregular es una falta administrativa, el Estado está obligado a garantizar ciertos derechos como el derecho a la salud, por ejemplo. Las personas tienen derecho a ser atendidas. Ese vacío que deja el Estado lo está asumiendo la sociedad civil. En este contexto, las personas dejan de ser sujetas de derechos y se convierten en beneficiarias de una ayuda humanitaria temporal, brindada por las redes de la sociedad civil. El Estado se encarga de la parte de control y se puede ver en las fronteras que coexiste con las organizaciones de la sociedad civil. Por ejemplo en un mismo espacio están la Guardia Nacional, Médicos Sin Fronteras y una organización local.

CM: ¿Cuál crees que sea la tendencia a futuro?
AFR: Lamentablemente, pienso que el tema de la militarización de las fronteras es muy importante porque se conecta con la militarización de la seguridad pública en el país. Es decir que no es solamente un tema de las personas migrantes, es el país; en esta administración las Fuerzas Armadas han tomado muchísimas funciones que no tenía antes y no creo que vaya a haber una retirada en materia migratoria. Creo que, en general, la tendencia es la militarización de las fronteras en varios países y a tener a los militares a cargo de ese primer encuentro. Ese primer contacto entre el Estado y personas altamente vulnerables me parece gravísimo porque el Ejército está entrenado para otra cosa, no para proveer ningún tipo de protección internacional a personas vulnerables.

CM: ¿Se hace algún tipo de lobby o cabildeo ante el gobierno, por parte de cualquiera de los actores involucrados con la migración para mejorar las políticas?
AFR: Las organizaciones de la sociedad civil reportan que durante este sexenio se cerró prácticamente la posibilidad de diálogo. Lo que he visto como académica y activista es el acompañamiento de ciertos procesos. Hemos tenido casos, uno en particular: la Sentencia del Amparo en Revisión 275/2019 de la Suprema Corte de Justicia, de mayo de 2022, que fue la primera en materia migratoria para declarar la inconstitucionalidad de las revisiones migratorias. Fue un caso muy interesante con el equipo del Instituto para las Mujeres en la Migración (IMUMI) y con la Clínica Jurídica del PUDH de la UNAM, quienes llevaron ese amparo e hicieron un trabajo tan increíble. Socializar la sentencia ha sido un problema porque en el Congreso se tiene que legislar al respecto y no se ha hecho, pero hemos realizado un proceso de acompañamiento para presentar la sentencia y la importancia de legislarla en la cámara de diputados y en el Senado. Se deben encontrar otros canales y creo que es nuestra responsabilidad buscarlos.

CM: A partir del libro Caravanas se produjo un documental…
AFR: Sí, hay un documental producido para Discovery Channel, Caravanas (Gorriti, 2019) y participamos ahí en la parte del guión. Además gracias al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM realicé un cortometraje que se titula Vivas transitamos (Fernández de la Reguera Ahedo, 2021b), y es sobre las mujeres migrantes en Tapachula. Habla de la diversidad de las mujeres migrantes, mujeres trans, mujeres de la tercera edad, cuyos procesos son muy difíciles de entender.

CM: Hay toda una cultura nueva en Tapachula, con gran vitalidad. ¿La migración produce cultura?
AFR: El año pasado que estuvimos en Tapachula, la última noche fuimos a un bar haitiano muy interesante, no te sentías en Tapachula. Bares medio clandestinos, en la parte atrás del mercado, con una onda muy interesante de música y de comida. Sí se transforma la ciudad. Yo voy Tapachula desde hace ocho años y hoy se ve diferente, se comen o se venden otros alimentos en la calle, gastronómicamente, culturalmente, musicalmente la ciudad va cambiando.
Alethia Fernández de la Reguera estudió Relaciones Internacionales en el Tecnológico de Monterrey (ITM), hizo la maestría en Estudios Europeos en la Universidad de Amsterdam y el doctorado en Estudios Humanísticos en el ITM. Es investigadora de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y coordinadora del Laboratorio Nacional Diversidades de la UNAM. Es integrante del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I.

Ximena Gómez y Carlos Maza son editores de UNAM Internacional. Ximena es coordinadora de Comunicación e Imagen y Carlos es coordinador de Fomento a la Internacionalización en la Dirección General de Cooperación e Internacionalización de la UNAM.


Referencias
Fernández de la Reguera Ahedo, Alethia. (2021a). Detención migratoria: prácticas de humillación, asco y desprecio. México: UNAM.

Fernández de la Reguera Ahedo, Alethia (dir.). (2021b). Vivas transitamos. Mujeres migrantes cruzando fronteras. Cortometraje documental. México: UNAM.

Gandini, Luciana; Fernández de la Reguera, Alethia; y Narváez Gutiérrez, Juan Carlos(2020). Caravanas. México: UNAM.

Gorriti Robles, Luciano (dir.). (2019). Caravanas. Mediometraje documental. Pacha Films, Cromática y Scopio para Discovery Networks Latin America/US Hispanic. https://vimeo.com/360901538

Del Monte Madrigal, Juan Antonio. (2022). El vórtice de precarización. Retorno forzado y vida callejera en la frontera norte de México. Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte.
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