Encuadre
28 de junio de 2024
Descalificación y vergüenza. Un estudio sobre las fallas en la integración de profesionistas extranjeros
Cuando las personas migran, pierden muchas cosas, como las experiencias en las comunidades que dejaron atrás, y en algunos casos, sus vidas. Si son profesionistas, también pueden perder su profesión, un fenómeno conocido como descalificación o subcalificación en la literatura sobre migración. La descalificación se refiere a la baja en la calificación laboral, usualmente debido a cambios tecnológicos, mientras que la subcalificación se entiende como el subempleo, es decir, trabajar en un puesto para el cual la persona está sobrecalificada.
La descalificación puede tomar muchas formas. Un ejemplo de esto es el testimonio escrito de Tella Omeri sobre su viaje a Afganistán. Como muchos otros afganos mayores de cuarenta años, Tella fue refugiado dos veces en su vida: primero durante la invasión soviética en 1985 y luego con la toma de control por parte de los talibanes. Su familia viajó por primera vez a Pakistán cuando tenía tan solo seis años; él recuerda haber sido detenido por lanzar piedras al agua, cómo fue obligado a no hablar ni llorar a pesar de su brazo roto, y la situación fronteriza:
… Los caminos de montaña eran intransitables incluso para los burros, por lo que mi madre y yo teníamos que bajarnos y yo me pondría detrás de los hombres que los acarreaban o los empujaban. No había nada que yo pudiera hacer siendo un niño y, en cualquier caso, mi brazo seguía inmovilizado en un cabestrillo. La cataplasma de huevo que mi madre había usado para acelerar el proceso de curación me producía picazón, pero ya no me dolía tanto como antes. De hecho, me comenzaba a aburrir, así que me entretenía lanzando piedras a los ríos que cruzábamos. Esto hizo que mi padre me gritara para que dejara de hacer ruido; yo no tenía idea del peligro potencial en el que estábamos […]Si no lanzaba piedras al río, entonces me vencía el sueño y me quedaba dormido contra mi madre, y por ende ella también. Eso hizo que ambos estuviésemos a punto de caer del burro. Esto enfurecía a mi padre, quien le propinaba golpes con su bastón para mantenerla despierta, diciéndole que podría dormir durante el día y que no se arriesgara a dejarme caer. Pero era difícil para todos: era difícil dormir durante el día; era difícil para los hombres caminar por la noche y era difícil para mi madre el sostenerme.
A medida que nos aproximamos a la frontera, la necesidad de escondernos de las armas soviéticas disminuía, ya que los muyahidín tenían el control completo de la zona. Esto nos permitía caminar durante el día, lo que facilitó la travesía. El ambiente parecía mejorar a la par que más gente se nos unía y formaban una larga fila. Cerca de la frontera, cada vez aparecía más gente, especialmente mujeres, ya que era más seguro para ellas viajar en grupo. Algunas mujeres que viajaban solas llevaban consigo niños de cuatro o cinco años, pero nunca un hombre. Mi padre permitía que las mujeres y los niños se unieran a nuestro grupo, ya que nos encontrábamos igual de temerosos, hambrientos y desesperados por encontrar algún santuario. Sin embargo, se oponía a la presencia de hombres debido a la incertidumbre sobre sus lealtades. La confianza entre nosotros, incluso como compatriotas afganos, se había perdido quizá de manera irremediable. Iniciamos nuestro viaje como un grupo de diez, pero al llegar a la frontera después de trece noches, éramos ya setenta u ochenta. A medida que nuestro grupo crecía, crecía nuestra confianza; la presencia de más personas nos brindaba seguridad, o así parecía.
Durante nuestros descansos, las mujeres se reunían para compartir sus experiencias. Cada una de ellas habría sufrido la pérdida de algún miembro de su familia en la lucha; algunas a sus maridos, otras a sus hermanos. Mi madre les contó que ella había perdido a sus primos, lo que desató mucho llanto. Ella animaba a las más jóvenes a buscar un nuevo marido y comenzar de nuevo, pero ellas se oponían, pues ya habían tenido hijos y deseaban enfocarse en criarlos, pero nadie sabía realmente lo que nos esperaba. (Omeri, 2021, pp. 26-27)…
Pasaron los años y Tella creció como refugiado. Eventualmente, su familia pudo regresar a Afganistán, pero habían perdido todo su ganado y su forma de vida. Tella desarrolló una pasión por la reparación de televisores y luchó para convencer a su padre de pagar sus estudios. Tras mucho esfuerzo, logró establecer su propio negocio de televisores y radios. Él se sentía satisfecho.
Después, los talibanes tomaron el poder: prohibieron terminantemente los televisores y radios, además de que impusieron castigos para cualquiera que tuviera uno en casa. Consideraban que los medios de comunicación eran posibles canales de contaminación y propaganda occidental corrupta. Tella, al ser un reparador de televisores, fue golpeado por ello, y tras haber sido amenazado de muerte, huyó con documentación falsa. Después de un extenuante y doloroso viaje, Tella llegó al Reino Unido. En Margate, Inglaterra, consiguió empleo como repartidor de pizzas, pero no le pagaron por meses. Recuerda:
… Luchaba con mi precaria situación económica. Incluso le pregunté a uno de mis compañeros por qué a otros sí les pagaban mientras que a mí no. Él me contestó que todo dependía del criterio del jefe. Entonces me recomendó irme, pues este empleo no era adecuado para mí al considerar que yo hablo varios idiomas y tengo algo de experiencia y conocimientos como ingeniero en reparación de televisores.
Un nuevo prospecto laboral se presentó cerca de Ramsgate, Kent. Sin embargo, yo necesitaba un número de Seguro Nacional, el cual mis colegas me mencionaron que podía obtener en el centro de trabajo. Después de terminar de repartir folletos, una mañana me dirigí directamente al centro de trabajo más cercano. Ahí, una señora tomó toda mi información y me pidió que esperara. Un hombre robusto se acercó y se sentó a mi lado pero noté que me miraba casi con hostilidad; luego me interrogó sobre mi procedencia. Al responderle que yo era afgano, él estalló en gritos: `¡Cómo se atreven, ustedes malditos inmigrantes, a venir a este país a quitarnos nuestros empleos y dinero!´ . Intenté razonar con él, le dije que ya tenía un empleo, únicamente necesitaba el número de Seguro Nacional. (Omeri, 2021, pp. 86-87)…
Finalmente, Tella obtuvo su número de seguro y pudo comenzar a trabajar. Observó televisores averiados abandonados en las calles y se le ocurrió que podía repararlos. Sin embargo, supo que ya casi nadie optaba por reparar su televisor: simplemente compraban uno nuevo.
…Pregunté dónde podía encontrar algún empleo como reparador de televisores y me sorprendió escuchar que ya no se reparaban, sino que se desechaban y luego se compraba uno nuevo. Estaba perplejo; la gente del Reino Unido era tan rica que ni siquiera les importaba. Simplemente llamaban a su aseguradora y obtenían un televisor nuevo. Consideré la posibilidad de recolectar todos los televisores averiados y enviarlos a Afganistán, pero se me informó que necesitaba un permiso especial para transportar desechos, además de que no tenía un lugar para almacenarlos. Me resigné a abandonar la idea de revivir mi antigua profesión. (Omeri, 2021, pp.86-87)…
INVESTIGACIÓN EN CANADÁ
Me encontré con el libro de Tella Omeri en el Museo Aga Khan en Toronto y lo terminé de leer en una sentada. Esta historia era tan convincente al explicar la descalificación laboral, que decidí comenzar este ensayo narrándolo en lugar de compartir mis propias entrevistas con profesionistas desplazados en Canadá y Estados Unidos.
Durante el periodo de 2022-2023 tuve el privilegio de recibir financiamiento para llevar a cabo un proyecto sabático en la Universidad de Toronto, llamado
Descalificación y desajuste de habilidades en los profesionistas desplazados: el punto ciego de la política migratoria canadiense. Colaboré con académicos de renombre como Jeffrey Reitz y Randall Hansen. El propósito de mi investigación era esclarecer la integración de profesionistas migrantes desplazados en Canadá, y para ello utilicé un método que combinaba la investigación biográfica y el análisis del discurso de la diplomacia migratoria canadiense. Mi objetivo era exponer las diferencias entre la movilidad calificada forzada y la voluntaria, en el contexto del modelo social multicultural de Canadá.
Esta investigación pretende explorar la brecha existente entre el discurso humanitario alrededor de los refugiados y la realidad de que muchos de los refugiados en Canadá son altamente calificados. Su experiencia difiere notablemente a la del grupo de migrantes con nula o baja calificación laboral, se trata de una problemática que a menudo es pasada por alto en los discursos de diplomáticos y políticos canadienses.
Se ha idealizado la movilidad de trabajadores calificados como el escenario óptimo de migración, donde los individuos tienen la oportunidad de escoger su lugar de residencia e, incluso, prepararse mediante el aprendizaje de lenguas extranjeras. No obstante, existen situaciones en las que los migrantes calificados se ven obligados a enfrentar desafíos similares a los de otros escenarios migratorios: guerra, pobreza e incluso violencia que los conduzca a tomar decisiones migratorias de forma apresurada.
Escogí Canadá para realizar esta investigación debido a sus particularidades como una sociedad anfitriona modelo, respaldada por su multiculturalidad que va en contra de los discursos populistas y anti migratorios que otros países principales de destino de migrantes calificados, como Estados Unidos, Reino Unido y Australia, enfrentan en la actualidad. Canadá incluso ha demostrado beneficiarse del efecto derrame potencial, lo que ha ocasionado que trabajadores migrantes de los Estados Unidos se movilicen a centros tecnológicos cosmopolitas como Toronto “el mundo en una ciudad” (Anisef y Laphnier, 2023; Wadhwa
et al., 2007). Además Canadá fue designado como el principal destino para refugiados en enero de 2020 (UNHCR, 2020).
A pesar de su excelente práctica en cuestión de diplomacia migratoria, muchos refugiados en Canadá han demostrado necesitar un apoyo más sólido para integrarse al mercado laboral (Enns, 2017; Nichles y Nyce, 2018). Numerosos profesionistas desplazados no son capaces de convalidar sus títulos e incluso cuando lo logran carecen de experiencia laboral en Canadá. Por lo tanto, la definición de profesional cualificado en su país de origen puede diferir a la del país de llegada. Estas diferencias son bastante comunes entre las distintas economías basadas en el conocimiento (Lo, Li y Yo, 2019).
Diversos enfoques teóricos han servido como base para este estudio. Un enfoque más general, desarrollado por Boswell (2009) y Banulescu-Bodgan (2018), destaca cómo el conocimiento utilizado en las políticas migratorias se basa en la información de los medios. Las problemáticas migratorias suelen caracterizarse como sujeto de construcción de riesgo para muchos países de destino. Canadá puede ser un caso distinto debido a la relevancia de los migrantes en su identidad nacional y económica. Investigaciones previas realizadas por Roberts (2015) han deconstruido el papel de la hospitalidad en la identidad canadiense e incluyen el resultado de la integración de nuevos migrantes. Otros estudios se han dedicado a analizar la privatización de los costos migratorios en Canadá (Hyndman, Payne y Jiménez, 2017) y los problemas de salud mental que puede generar la integración laboral de los migrantes calificados en Canadá (Kaushik y Drolet, 2018). Mi investigación también consideró el patrocinio privado de refugiados y la intervención de organizaciones sociales civiles como
World Education Services y Talent Beyond Boundaries en la certificación de profesionistas extranjeros.
Mi estudio se llevó a cabo en dos niveles de análisis: una encuesta a profesionistas desplazados en diversas partes del mundo y una investigación biográfica basada en exhaustivas entrevistas con refugiados calificados. Los participantes tienen trayectorias en campos como la investigación, docencia, administración, leyes, ingenierías, medicina, arte o contaduría (Tigau, 2023). Sin embargo, el treinta por ciento ha sufrido robo de sueldos o recibido remuneraciones insuficientes debido a su condición como migrantes forzados y refugiados. El cuarenta y tres por ciento ha cambiado de ocupación, el veinte por ciento está desempleado y el catorce por ciento está estudiando, aunque muchos utilizan sus estudios para obtener una beca o entrar al mercado laboral, y no porque deseen estudiar nuevamente. Únicamente el dos por ciento pudo mantener su ocupación anterior, un dato relacionado con su bienestar. El proceso de reubicación que enfrentan conlleva serias consecuencias, como pérdidas materiales, pérdidas y separaciones familiares, pérdida del prestigio y profesiones previas, así como choques culturales. Estas consecuencias tienen un impacto negativo en la salud de los individuos, pues un porcentaje significativo sufre de depresión (treinta y seis por ciento), trastorno de estrés postraumático (veinte por ciento), enfermedades relacionadas con la salud mental (ocho por ciento) y un amplio rango de problemas físicos como niveles altos de presión sanguínea y problemas digestivos. Resulta notable que muchos de los refugiados expresaron agradecimiento con sus nuevos países y la oportunidad de seguir con vida. Aquellos que residen en Canadá demostraron profunda gratitud por la buena recepción y reportaron una menor incidencia de discriminación explícita que en otros lugares. Sin embargo, también enfrentaron dificultades al encontrar empleo.
Antes de concluir el argumento, es importante regresar a las experiencias personales de los profesionistas desplazados con quienes se interactuó en Canadá. Acceder a este grupo resultó complicado, con largos periodos de espera para las entrevistas y peligros al hablar con algunos de los refugiados políticos que no deseaban compartir sus nombres. Además de una renuencia general por parte de los entrevistados para contar sus historias. El trauma del desplazamiento, que incluyó cruzar diversas fronteras y países en el proceso de reubicación, les causaba sentimientos de vergüenza, humillación y miedo de hablar sobre su situación.
Si bien se inició con una historia de descalificación, es crucial explorar algunas situaciones sobre subcalificación y lo que podría considerarse como una doble fuga de cerebros: una desde el país de origen que pierde a un profesionista valioso y otra por el país de destino, que no crea la infraestructura adecuada para tomar ventaja de la profesión y cualidades de la persona. Un ejemplo destacado de esto es la migración médica, dónde los médicos formados en el extranjero (incluyendo canadienses) enfrentan dificultades para convalidar sus títulos.
Noghrei, quien anteriormente ejercía como médica en Irán, había trabajado durante ocho años en servicio al cliente para Starbucks y McDonalds al momento de nuestra conversación. A sus treinta años, ha comenzado a estudiar nuevamente. Ha tomado cursos en enfermería, medicina y, con suerte, más adelante estudiaría cardiología. Noghrei, a quién entrevisté en un Starbucks en North York, Toronto, el 20 de enero de 2024, espera poder practicar como cardióloga nuevamente al cumplir cuarenta años, lo que implica un lapso de aproximadamente dieciséis años en su carrera como médica.
Zaid (pseudónimo), originalmente un dentista originario de Siria, también ha comenzado con el proceso de validación, aunque de una forma distinta. Él es un migrante circular entre Canadá y los Emiratos Árabes Unidos: trabaja como dentista en Dubái durante tres semanas, realiza operaciones para ganar el dinero suficiente; luego regresa a Canadá para estudiar y pagar los exámenes de revalidación, los cuales tienen un costo aproximado a los treinta mil dólares canadienses, contando cursos y exámenes.
Olga, proveniente de Ucrania, se enfrenta a situaciones financieras y de edad que no le permiten seguir un camino similar. Con cincuenta y ocho años al momento de la entrevista, ella era una psiquiatra en Ucrania. Sin embargo, actualmente carece del dinero o la energía para solicitar un préstamo, estudiar de nuevo y obtener la revalidación como psiquiatra antes de cumplir sesenta y cinco, la edad de retiro. Ella nunca planeó dejar Ucrania de no haber sido por la guerra. En lugar de ello, se enfocó en mejorar su dominio del inglés y se desempeña actualmente como coach personal, principalmente para ucranianos afectados por el conflicto.
Amira (pseudónimo), médica de Sudán tuvo la fortuna de conseguir un trabajo en el campo de la salud en el sistema de las Naciones Unidas. Llegó a Canadá varios años atrás y logró conservar su profesión. Sin embargo, ella comparte la siguiente reflexión:
… Creo que tuve suerte al tener la oportunidad de trabajar para la ONU, viajar al extranjero y conseguir este tipo de satisfacción laboral fuera de Canadá. Pero no todos tienen esta misma oportunidad. Aquellos que se quedaron atrás tienen que enfrentar grandes dificultades y algunos no logran superarlas. También existe esa noción de que necesitas cambiar de carrera en Canadá, como si fuese una condición obligatoria. Creo que los resultados con los que el gobierno o los líderes de los programas evalúan el éxito de estas iniciativas no tienen mucho que ver con cuántas personas obtienen una oportunidad laboral o algo así. Todo se trata de cuántas personas fueron ayudadas, asistidas. Si hablamos de la evaluación de los programas, se enfoca más en los indicadores del proceso que en los indicadores de los resultados finales. Estos programas no están enfocados en los resultados. Su evaluación se limita a un ‘hemos asistido a cincuenta personas’, por ejemplo. Pero ¿las asistieron en qué aspecto? ¿Haciendo qué? ¿Por medio de cursos? ¿Dándoles acceso a Internet? Es una industria gigantesca […]
Esto se debe a una arraigada mentalidad eurocentrista que establece que, para ser un persona profesionista valorada en el mercado laboral, es necesario haber sido formado en Canadá. Durante décadas, ha existido la creencia ferviente de que las personas que se prepararon fuera de Canadá no son lo bastante competentes para ser contratadas en Canadá. Esto es diferente en los Estados Unidos, donde la gente llega con sus títulos y encuentran oportunidades para integrarse en sus campos laborales, hay muchas alternativas para integrarse. Si eres de ciencias aplicadas, por ejemplo. Es posible para un ingeniero o médico encontrar empleos de investigación. Si bien no estás ejerciendo estrictamente como ingeniero o médico, aún puedes trabajar en laboratorios, en instituciones de investigación, como asistentes de profesionistas de la misma profesión. Pero ese no es el caso de Canadá. No hay oportunidades de integración. Y eso se refleja en la seriedad de las políticas gubernamentales…
CONCLUSIÓN
Siempre que se realizan investigaciones cualitativas, surge la cuestión de la generalización de los resultados. Existe la sensación de que, en el campo médico, la convalidación de títulos requiere ir más allá de lo que el involucrado considera un procedimiento racional. Este problema es particularmente agudo en Canadá, país que enfrenta críticas a la falta de personal de salud reconocida por las autoridades. De acuerdo con un reporte del
MAP Centre for Urban Health Solutions (2024), el veintidós por ciento de los canadienses no tiene un médico de familia. Sin embargo, muchos médicos extranjeros, ya formados y capacitados, están a la espera de la revalidación de sus títulos. El Profesor Henry Bauder de la Universidad Metropolitana de Toronto denomina esta situación como “abuso de cerebros”, un término que encapsula una problemática influenciada por la ineficiencia burocrática en la integración laboral y, por qué no, por una tendencia a menospreciar el trabajo intelectual proveniente de otros países.
Camelia Tigau es investigadora titular del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y vice-presidenta regional del Global Research Forum on Diasporas and Transnationalism (GRFDT, India). Es parte del Seminario Universitario de Estudios sobre Desplazamiento Interno, Migración, Exilio y Repatriación. Entre 2022 y 2023, fue profesora invitada del Munk School of Global Affairs and Public Policy, en la Universidad de Toronto y fue beneficiaria de una beca por parte de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la UNAM, lo que hizo posible esta investigación. Su obra versa sobre migración calificada, diplomacia científica y estudios canadienses. En 2022, recibió el Reconocimiento Sor Juana Inés de la Cruz para mujeres científicas destacadas en la UNAM. ctigau@unam.mx
Referencias
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https://www.migrationpolicy.org/research/when-facts-dont-matter-immigration.
Bauder, H. (2003). “‘Brain abuse’, or the devaluation of immigrant labour in Canada.”
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Enns, T. (2017).
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Hutchinson, A. (2018).
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Hyndman, J.; Payne, W., & Jimenez, S. (2017).
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Kaushik, V., & Drolet, J. (2018). “Settlement and Integration Needs of Skilled Immigrants in Canada.”
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Omeri, T. (2021).
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Roberts, G. (2015).
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Tigau, C. (2023).
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Wadhwa, V.; Saxenian, A.; Rissing, B., & Gereffi, G. (2007).
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