Experiencias   
31 de julio de 2024

Aprendizajes en Montevideo. El impacto de mi movilidad estudiantil

Por: Karla Patricia Vargas Cruz
Como estudiante de la licenciatura en Estudios Latinoamericanos tuve la oportunidad de realizar una estancia de movilidad académica en la Universidad de la República en Montevideo, Uruguay, durante un semestre. Elegí este país para estudiar porque, al analizar Latinoamérica en la licenciatura, comencé a conocer sobre su historia y otros aspectos que llamaron mi atención, como es el ámbito literario. Autores y autoras que he disfrutado son uruguayos: Cristina Peri Rossi, Eduardo Galeano, Delmira Agustini, Ida Vitale, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti y Horacio Quiroga, fueron las razones que pesaron en la elección de mi destino estudiantil, pues quería conocer el lugar que había inspirado sus textos y en el que habían vivido.

Si bien yo iba con la idea de aprender en lo académico, por mis estudios de licenciatura, también aprendí del país y fui testigo de que vivir por un periodo en un lugar ajeno es una experiencia que permite adquirir nuevos conocimientos sobre otras culturas, prácticas y cosmovisiones. 
Desde el comienzo tuve un gran recibimiento. Al establecer contacto con la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de República, los encargados del área me brindaron apoyo con cuestiones académicas y me orientaron sobre los hospedajes en Montevideo. Esto fue muy útil pues, gracias a ello, pude tener un contacto previo con la residencia estudiantil donde viví y con los compañeros de mi nuevo hogar, quienes después se convirtieron en mi segunda familia. 

Tomar clases en otro país me permitió conocer diversos métodos de docencia y distintas dinámicas que se forman en las aulas. Pude percibir las diferencias entre los sistemas educativos mexicano y uruguayo. No sólo aprendí lo relacionado con las materias que cursé sino que en cada clase aprendía de mis compañeros y profesores y de las personas con las compartí mis días. 
En esos meses experimenté una nueva forma de vivir la cotidianidad. Desde que llegué al aeropuerto comencé a conocer su cultura. Lo primero que hice fue probar el mate, práctica que después pude ver que era muy común entre la población: en todos lados y a todas horas lo llevan en la mano; en clases, cuando caminan por la orilla de la playa e incluso dentro de los estadios las personas ingresan con su mate y su termo con agua caliente para preparar la bebida. 

Fue interesante conocer un país que, a pesar de que se encuentra en Latinoamérica, al igual que México, y de que compartimos historia, los hechos y la ubicación geográfica específica, así como el pasado precolombino causaron un desarrollo histórico muy distinto. Hay una realidad social y una historia política muy diferente. Las problemáticas actuales, las historias patrias y la memoria histórica que guarda la sociedad son totalmente diferentes a las de México y, aunque ya tenía un contexto histórico sobre Uruguay gracias a mi licenciatura, vivirlo amplió totalmente mi panorama. 

Todo se volvió un aprendizaje. Recorrer las calles por primera vez (a veces, perderme en ellas), escuchar sus palabras y expresiones, probar alimentos que no conocía o saborear lo que comía en México, pero ahora con otro sabor; ir al supermercado y no encontrar lo que buscaba o encontrarlo y descubrir que tenía otro nombre. Casi sin darme cuenta, ya estaba familiarizada con las calles y con las expresiones de los uruguayos e incluso a veces me permitía usarlas al platicar. 

Me hospedé en una residencia estudiantil donde la mayoría de las personas era de otros departamentos de Uruguay y de otras nacionalidades. Fue una gran experiencia para conocerlos y ver lo que ellos sabían de nosotros. Vivir con personas de otros lugares del mundo nos brinda un nuevo panorama, desde la perspectiva que ellos tienen de México. Pude conocer qué piensan del país y qué conocen de los mexicanos; me percaté de qué noticias suenan más en el sur (no siempre positivas), qué saben de nuestra cultura (qué programas de televisión han visto y qué alimentos nos caracterizan). 

También pude compartir con ellos y traté de dejarles un poquito de mí, de mi cultura y de nuestras tradiciones. Me preguntaban el significado de las palabras que usamos y las empezaron a usar también; aprendieron sobre nuestras costumbres, como la del día de muertos y nuestra celebración de Independencia, El grito, y les expliqué lo más que pude nuestras prácticas, las tradicionales y las casuales e incluso les enseñé a bailar “Payaso de rodeo” y otras canciones. 
Cuando llegó el momento de volver, me sentí satisfecha conmigo misma porque supe que le había sacado el mayor provecho posible a esta oportunidad. Fue una experiencia muy gratificante; aprendí de cada situación que viví y de las personas con las que conviví. Me siento muy agradecida por todo lo que aportaron en mi vida; espero haberles aportado algo también. Conocí muchas personas que se volvieron importantes para mí y, a pesar de que han pasado un par de años, sigo comunicándome con ellas y estoy al tanto de lo que pasa en sus vidas y en sus países. Algunos de mis amigos han podido venir a México y han podido conocer personalmente cosas que les platiqué. 

Mi movilidad estudiantil tuvo un impacto positivo en todos los aspectos de mi vida. Académicamente aprendí mucho y los conocimientos obtenidos me han ayudado en mi vida profesional y laboral. De la misma manera, el impacto que el viaje dejó fue significativo en lo personal, por las grandes amistades que hice y por las experiencias obtenidas.
Karla Patricia Vargas Cruz estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y realizó una movilidad estudiantil. 
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