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29 de febrero de 2024
Kuauhkiauhtzintli. Trece años de Lluvia de Palos
El 18 de noviembre de 2023 la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario fue escenario de un espectáculo muy especial: la experimentación percusiva de la agrupación Lluvia de Palos (
Kuauhkiauhtzintli en náhuatl), agrupación que adopta todo tipo de instrumentos musicales prehispánicos y tradicionales mesoamericanos de percusión, de viento y de los materiales más diversos, y los adapta en un esquema cercano a la música de cámara desde el punto de vista académico, pero perteneciente a la tradición improvisadora, presente tanto en el jazz (género en el que también destacan algunos de sus integrantes) como en la vanguardia europea de fines del siglo XX.
Su nombre en español, como ya se habrá dado cuenta quien lee estas palabras, es una simbólica inversión del de uno de los instrumentos que han nutrido su amplísima infraestructura sonora: el palo de lluvia —un carrizo o tronco hueco, atravesado con varitas delgadas y relleno con pequeños guijarros de río que, al caer por la gravedad cuando se da vuelta al instrumento, parecen cantar como el agua que corre entre piedras—. Otros instrumentos en el acervo de la agrupación son los huéhuetl de diversos tamaños (uno de ellos enorme y estruendoso, el gran tambor o
huehyi huehuetl), fabricados con troncos de árboles ahuecados y cubiertos con membrana de piel, que se tocan con las manos o con baquetones, pero que Lluvia de Palos ha actualizado al percutirlos con un arco de madera y mecate (
tlahuitolli) que hace su sonoridad más versátil y dinámica. Junto a ellos, teponastles de distintas maderas y tamaños (algunos muy grandes que se acercan al manguaré amazónico), tambores portables de doble membrana como los que se usan en la música rarámuri (kampore), ollas de barro (
komitl; a veces llenas de agua, akomitl), flautas de barro (
sokitlapitzalli), hueso o maderas, materiales que también se utilizan en la fabricación de raspadores (el de madera:
kuauhchihchikoni; el de hueso:
omichihchikoni; instrumentos que producen un sonido cercano al güiro afrocaribeño), caparazones de tortuga (
ayotapalcatl) y una vasta colección de caracolas (
teksistli), conchas, piedras (
tetl), huesos, pezuñas y semillas (
ayacachtli).
La riqueza y la variedad de los instrumentos que ejecuta Lluvia de Palos se corresponde plenamente con la música producida. Casi diez años atrás, en 2014, salió a la luz su primer disco,
Tlatecuinilistli (golpear en el suelo con los pies, atacar a alguien con ruido, incitar a la sublevación), cuidada grabación en vivo que sintetizaba el trabajo previo, de muchos años, de sus integrantes que por entonces eran José Navarro, Luis Miguel Costero, Manuel Andrade y Samir Pascual, todos ellos extraordinarios percusionistas con importantes trayectorias. A diez años de trabajo desde el lanzamiento de su primer disco y trece desde la creación del ensamble), el último integrante ha sido sustituido por Osvaldo Yvain Peñaloza.
José Navarro, director del ensamble y principal compositor, egresó de la maestría en composición de la Facultad de Música de la UNAM (FaM) con una tesis en la que estudia el origen y la expresividad de los teponastles, y es docente de tiempo completo en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, además de ser fundador de la legendaria Banda Elástica, representante por excelencia del rock en oposición y la improvisación libre en México. Luis Miguel Costero, baterista insigne, forma parte también de la Banda Elástica y ha tocado con los principales jazzistas del país, acompañando con su peculiar set de percusión menor, diversas iniciativas con Iraida Noriega, Alain Derbez y otros músicos de la escena nacional de jazz y blues. Estudioso de la música clásica de la India, se ha formado como intérprete de tabla y realiza cotidianamente actividades de difusión de esa rica tradición musical entre nosotros. Manuel Andrade, después de estudiar piano, composición y batería en la extinta Escuela de Música DIM, sigue la licenciatura en Composición en la FaM. Osvaldo Yvain Peñaloza estudió en la FaM la carrera de instrumentista en percusiones; ha participado en proyectos de música contemporánea, fusión, tradicional mexicana y latinoamericana.
El concierto del 18 de noviembre pasado en una Sala Carlos Chávez repleta marcó un nuevo inicio para Lluvia de Palos, pues se estrenaron ahí obras que conformarán el segundo disco del ensamble, de próxima aparición. Se trata de una música sorprendente pues, a diferencia de otros ensambles de percusión que utilizan la tradición instrumental mesoamericana, Lluvia de Palos no quiere descubrir cómo habría sido la música de nuestros antepasados para reproducirla en términos de una improbable autenticidad, sino experimentar con ese legado material sin negar todo lo que estos músicos conocen en cuanto a las otras tradiciones musicales, incluida la europea y, especialmente, la improvisación.
Se trata de sacar de esos vestigios de una música imposible de conocer, tantas sonoridades como la expresión requiera. En atmósferas que van desde la mayor mesura, casi silencio, hasta la tempestad que pueden desatar los grandes huéhuetl, con superficies percutidas que generan coloraciones amplísimas de ese universo sonoro, con la inclusión de una ritualidad performática que muestra la honestidad del esfuerzo y el compromiso arqueológico de rescate de esa instrumentación, Lluvia de Palos es capaz de transportarnos a una especie de ucronía en la que podemos sospechar hasta dónde podría llegar la expresión sonora de culturas que no cantan más.
Y el escenario de la Sala Carlos Chávez, íntimo y acogedor, convirtió la experiencia en algo irrepetible. Esperemos que no sea así, que podamos exponernos muchas veces a esta impresionante Lluvia de Palos.