Experiencias
29 de septiembre de 2023
La perseverancia y tus sueños. Relatos de mi viaje de estudios a Francia
Por: Raymundo Humberto Gutiérrez Morán
Estudiar en otro país —Francia—, en especial después del confinamiento, fue muy enriquecedor académicamente. Pude recuperar habilidades prácticas que había perdido en los laboratorios, además de que me pude familiarizar con nuevas técnicas y con el uso de nuevos equipos de análisis biológicos.
Un reto que enfrenté al salir de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde estudio biología, fue el de adaptarme a un sistema escolar nuevo para mí en la Université Paris-Est Cretéil; los horarios cambiantes, la manera en que se imparten las clases y el formato de los exámenes, pero valió la pena pues gracias a estos obstáculos pude desarrollar nuevas técnicas de estudio, de tomar notas e incluso de mejorar habilidades para la organización del tiempo.
Las clases fueron muy ricas en información; opté por materias que me interesaban para poder elegir una línea de investigación y cumplieron con todas mis expectativas: eran muy completas y logré ver diferentes enfoques de los temas.
Al tomar materias como biología molecular, metabolismo energético e ingeniería genética pude ver que tenían una fuerte carga de teoría bioquímica, lo que me fue muy útil pues además de ser un tema que me interesa personalmente sentía que mis conocimientos no eran lo suficientemente amplios en ese rubro. Afortunadamente pude reforzarlos y ampliarlos.
Otra materia que cursé fue la de análisis de artículos científicos, impartida en inglés y en francés, y en la que también enfrenté un reto intelectual pues nunca había considerado la importancia de esa habilidad. Pude darme cuenta de cómo solía omitir aspectos del idioma francés que son clave para una buena compresión de la información.
Además de esta última clase, las sesiones prácticas también se impartían en francés. Antes de mi llegada a Francia mi dominio del idioma era nulo, pero gracias a las clases impartidas en la universidad y a las relaciones con hablantes nativos, pude rápidamente comprender las clases, comunicarme por escrito y oralmente, e incluso trabajar en mi acento.
Estoy seguro de que todo el aprendizaje que tuve durante estos meses no sólo contribuye actualmente en mi formación profesional, sino que también lo hará en mi futuro laboral.
Mudarse lejos de casa a otro país, donde no conoces a nadie y no se habla tu lengua materna presenta sin duda una emocionante pero también desafiante situación, pues no es muy fácil desacostumbrarte a tu rutina de todos los días, enfrentarte a situaciones cotidianas con personas que no te conocen, entablar nuevas amistades y además superar la barrera de lenguaje.
Buscar alojamiento, realizar trámites migratorios y de otros tipos fueron tareas muy formativas, ya que nunca me había tenido que enfrentar a este tipo de situaciones solo, y ampliaron mi panorama respecto de las diferentes formas en que se llevan a cabo esos trámites en distintos países.
Después de estos casi seis meses me siento una persona diferente. Quizá quedarme en México durante ese tiempo no hubiera detenido mi crecimiento personal, pero las vivencias, las personas y las experiencias que tuve durante este semestre de movilidad, sin duda lo aceleraron.
Creo que lo más rescatable de mi aprendizaje personal fue valorar más la cultura mexicana y por lo tanto cultivar un mayor orgullo de mi identidad. Interactuar con personas de muchas partes del mundo convierte al hecho de ser mexicano en parte de tu personalidad, pues la mayoría de las veces es esa tu manera de presentarte ante los demás. Asimismo, la apreciación que los extranjeros tienen de nuestra cultura, nuestra gastronomía y nuestros paisajes te motiva a apreciar tu país aún más.
En cuanto a la vivencia de otras culturas, aprendí que debo tratar de eliminar los prejuicios y estereotipos que a veces asignamos a las personas por su nacionalidad. Por ejemplo, se suele pensar que los franceses tienen mal humor y son groseros con los turistas, pero mi experiencia personal fue totalmente distinta; a lo largo de mi estancia encontré gente muy amable y hospitalaria que me demostraba lo equivocadas que estaban esas presunciones. Claro que también me encontré con gente poco amable, pero su conducta no estaba ligada a su nacionalidad.
Por otro lado, a pesar de que me consideraba una persona muy independiente, aprendí que la familia y los amigos siempre se echan de menos y contribuyen en gran parte a tu salud mental-emocional, así que, mantenerme en constante contacto con ellos fue clave para disfrutar de mi tiempo a solas, cuando muchas veces tenía que lidiar con ansiedad y cambios en mi estado de ánimo.
ENCONTRÉ EN OTROS ESTUDIANTES DEL PROGRAMA ERASMUS+ AMIGOS QUE ESPERO CONSERVAR TODA LA VIDA
Conocer nuevas personas fue fácil; no así entablar relaciones con ellas. Tuve que trabajar mucho en ese aspecto pues es algo a lo que regularmente no le presto mucha atención. Sin embargo, de no haberlo hecho, creo que hubiera afectado incluso mi actividad académica.
Afortunadamente encontré en otros estudiantes del programa Erasmus+ a amigos que espero conservar de por vida, pues aunque ya estoy lejos de ellos siguen formando parte de mí.
Esta experiencia ha sido una de las mejores en mi vida; me llenó de buenos recuerdos y me ayudó a madurar. Además, fue ejemplo de que la perseverancia te ayuda a cumplir tus sueños.
Las experiencias que han quedado más marcadas en mi memoria fueron las de conocer a otros mexicanos y latinos que también vivían en Francia, pues en todos estos encuentros hubo un sentido de cercanía e identificación.
Recuerdo que en los primeros días de clases, aunque los administrativos me dieron la bienvenida muy amablemente y se ofrecieron a ayudarme con cualquier cosa relacionada con la universidad, no fue hasta que me presentaron a una profesora que también era mexicana que de verdad me sentí bienvenido. Por obvias razones, hubo más familiaridad en nuestras conversaciones y sentí que se ofrecía a ayudarme de corazón, pues incluso sin pedírselo me dio recomendaciones de lugares para visitar y comer donde preparaban comida mexicana muy buena y algunos consejos para ahorrar.
En distintas ocasiones, al tomar el transporte público, esperando en una fila para entrar a una tienda o en fiestas de estudiantes internacionales, conocí a muchos mexicanos con los que podía compartir experiencias y quejarme de lo diferente que era vivir lejos de México. Me alegra porque con muchos de ellos sigo manteniendo contacto.
Estas experiencias me animaron a ser igual de hospitalario y cuando conocí a la estudiante de mi facultad que realizaría su movilidad el semestre siguiente pude darle recomendaciones basadas en todo lo que me hubiera gustado saber antes y durante mi llegada a Francia, pues comprendía la situación por la que estaba pasando.
Raymundo Humberto Gutiérrez Morán es estudiante de biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM. La institución receptora en su movilidad fue la Université Paris-Est Cretéil, Francia, en el otoño de 2022.