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31 de marzo de 2023
Corrido antipódico. Crónica del español en Oceanía
Nellie Campobello en el desierto australiano; Nezahualcóyotl frente al mar de Tasmania; una gallina rulfiana en Middle Earth; el corrido de “El caballo blanco” en un aula de una universidad kiwi —no a todo volumen porque hay otra clase al lado—; calaveritas de azúcar en un supermercado de Sídney; chiles en nogada en una captura de pantalla compartida por Zoom entre estudiantes australianos y neozelandeses: todas son escenas que cuentan la historia del español en Oceanía.
Durante la pandemia, una estudiante australiana me escribió desde la camioneta en la que vivía y recorría el desierto durante el confinamiento. Cada vez que encontraba señal de wifi se conectaba a las clases de mi curso sobre música y política latinoamericanas. Me dijo que la acompañaban Campobello, Rulfo y los corridos de José Alfredo. Otra estudiante escribió un estudio fascinante sobre la confusión australiana entre el Día de Muertos y el Halloween, una inevitable mezcolanza cultural down under. ¿Y los chiles en nogada? Bueno, hablábamos en un curso de literatura de viajes sobre la comida barroca que sedujo a Italo Calvino en
Bajo el sol jaguar [ver recuadro] y nos tuvimos que conformar con la captura de pantalla.
¿Y qué dicen Campobello, Rulfo, un poeta náhuatl, un corridista magistral, las calaveritas y los chiles a este grupo de estudiantes en las antípodas? Como en un corrido que se respete, voy a dar los pormenores.
A fines de 2011, el periódico The Australian informó que los australianos estaban a punto de aprender español con acento kiwi. El artículo se refería a un convenio firmado entre la Universidad Massey de Nueva Zelanda y la de Nueva Inglaterra en Australia para impartir la licenciatura en español en línea desde el primer país. Diez años y más de dos mil estudiantes después, este programa que cruza el Mar de Tasmania sigue creciendo e incluye estudios de posgrado. Esto le ha permitido a una estudiante radicada en la casi mediterránea ciudad de Adelaida hacer una investigación sobre literatura fantástica escrita por mujeres y estudiar a Leonora Carrington y a Cecilia Eudave después, claro, de ir a buscar a Aura en Donceles 815.
Durante el siglo pasado y por razones históricas, Oceanía miraba casi exclusivamente hacia Europa, de ahí que los primeros programas universitarios de español se centraran en el español peninsular. En las últimas décadas, con la llegada de académicos latinoamericanos, el panorama cambió, las mancuernas comenzaron a ser otras: Picasso y Diego Rivera; el romancero gitano y el corrido; la novela sentimental española y Agustín Lara.
Por ese mismo apego histórico europeo, las lenguas extranjeras favorecidas eran el francés, el alemán y, en menor grado, el ruso. Luego, a partir de la década de los sesenta y por su gran influencia cultural, política y económica en el Pacífico, llegaron el japonés y el chino. El español llegó en los setenta por medio de una generación de académicos vinculada con los estudios peninsulares.
No es sorprendente que los egresados de nuestros programas lean a Rulfo o escuchen corridos con sus jóvenes alumnos
El programa de español de la Universidad Massey es el más reciente. Comenzó apenas en 1996 también con un enfoque ibérico hasta que llegamos un hondureño, una peruana, dos argentinas y un colombiano. Al madrileño del grupo le interesa el español filipino. Esto explica que Nellie Campobello haya llegado a la Universidad de Nueva Inglaterra en Australia entre cursos sobre literatura, música, literatura de viajes, traducción, cine y arte, aparte de los cursos esenciales de idioma.
La llegada de inmigrantes latinoamericanos, sobre todo a partir de la década de los setenta, ha contribuido a fomentar la enseñanza del español en escuelas y colegios. Además, con el tiempo ha crecido el número de profesores formados en nuestras universidades. De hecho, tanto en Australia como en Nueva Zelanda se ha incrementado este grupo de docentes y no es sorprendente que los egresados de nuestros programas lean a Rulfo o escuchen corridos con sus jóvenes alumnos.
Que la riqueza lingüística y cultural hispanoamericana tenga cabida en nuestros programas se debe a que no empleamos los libros de texto producidos por las grandes editoriales porque estos, por su procedencia, responden a otros contextos culturales. Hemos diseñado materiales de estudio específicos para la enseñanza en línea y con una relevancia sociocultural vinculada con Oceanía. Para el caso, si estudiamos los procesos migratorios latinoamericanos, incorporamos la migración a Australasia, y el estudio de las culturas originmarias resulta mucho más significativo cuando los estudiantes pueden incorporar la perspectiva local: la mitología mesoamericana dialoga con la cosmovisión maorí y el rap de la zapoteca Mare Advertencia Lírika, con la música política del grupo indígena australiano Yothu Yindi.
La riqueza cultural indígena es esencial en nuestros cursos porque es un puente que nos acerca a través del Pacífico. El maorí, una de las tres lenguas oficiales de Nueva Zelanda —junto con el inglés y la lengua de señas— es, como el español, una lengua fonética, lo que facilita la pronunciación a muchos estudiantes. La tradición musical indígena, la literatura, el cine y los grandes movimientos de resistencia permiten enriquecer ese diálogo entre nuestras culturas y aprender español. Y si de comida de origen indígena se trata, sin el camote y la papa andinos; el chocolate y el aguacate aztecas; la calabaza y el frijol mayas, sería imposible entender la cultura culinaria de Oceanía aunque ¡faltan los chiles en nogada!
Oceanía es, pues, parafraseando a Netzahualcóyotl, una región en la que el español y la cultura hispanoamericana de algún modo existen. Los viajes norteños de Campobello, Rulfo y José Alfredo han llegado, felizmente, hasta este sur.
Italo Calvino en México
UNAM Internacional
Bajo el sol jaguar es uno de esos libros de literatura experimental que disfrutaba elaborar, con toda naturalidad, el escritor italiano Italo Calvino, autor revolucionario que, entre muchas otras cosas, inauguró el siglo xxi literario con sus célebres Seis propuestas para el próximo milenio. Recordado, entre muchas otras cosas, por su serie Nuestros antepasados, que creó personajes inolvidables como El barón rampante, El vizconde demediado y El caballero inexistente, y su narrativa abierta, experimental, metatextual que desconcertó a los lectores con novelas que ya no son novelas (Las ciudades invisibles, Si una noche de invierno un viajero, El castillo de los destinos cruzados), Calvino emprendió en los setenta la escritura de un proyecto de relatos centrados en los cinco sentidos. Un proyecto marginal entre los muchos que acometía el genio, quedaría, desafortunadamente, inconcluso: el genial autor solo completó tres de ellos, los correspondientes al olfato, al gusto y al oído.
El que da título al libro, “Bajo el sol jaguar”, narra el viaje de una pareja europea por tierras mexicanas —Tepotzotlán y Oaxaca— y está dedicado al sentido del gusto. Entre las maravillas que sus paladares van descubriendo —tamales, guacamole, chiles en nogada, moles—, Olivia, la protagonista del relato, se pregunta por los complejos procedimientos de esa cocina, y se muestra intrigada por el consumo de los picantes que resultan tan ofensivos y retadores al paladar europeo: ¿por qué este sufrimiento en el comer, este dolor?
“Tal vez los otros sabores tenían la función de exaltar aquel sabor, de darle un fondo digno, de honrarlo…”, dice Olivia (el subrayado es nuestro) reflexionando sobre los sacrificios humanos y el destino de sus restos.
Leonel Alvarado es un poeta y escritor hondureño. Se especializó en literatura en universidades de Honduras y Estados Unidos. Reside en Nueva Zelanda, donde dirige los programas de español y portugués de la Universidad Massey. En 1994 obtuvo el Premio Latinoamericano de Poesía EDUCA, Costa Rica, y en 2013 mención en el premio Casa de las Américas, Cuba, y el Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán. Ha publicado once libros de poesía, ensayo y cuento.