Cambio climático y desarrollo sostenible. Retos y oportunidades

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptados en 2015, brindaron una plataforma para crear un llamado universal a la acción para acabar con la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de paz y prosperidad. Proporcionaron una mayor orientación e indicadores para medir nuestro progreso hacia la sostenibilidad. Los ODS consignan de forma explícita que la cooperación internacional es clave para avanzar globalmente hacia ese objetivo..

Las negociaciones sobre la acción climática culminaron en el Acuerdo de París en diciembre de 2015, destacando en particular que la acción cooperativa es clave para facilitar y promover las acciones de protección del planeta, de la biodiversidad y de los seres humanos de los impactos negativos del cambio climático. Finalmente, la Agenda de Acción de Addis Abeba (AAAA), parte integral de la Agenda 2030, ha identificado políticas y acciones concretas de financiamiento como apoyo para cumplir los ODS (United Nations, 2015).

El Informe de Riesgos Globales 2021 (WEF, 2021) reporta, entre los de mayor probabilidad para los próximos diez años, las condiciones climáticas extremas, el fracaso de la acción climática y los daños ambientales provocados por el hombre. Entre los riesgos de mayor impacto para la próxima década, las enfermedades infecciosas están en primer lugar, seguidas por el fracaso de la acción climática y otros desafíos ambientales, así como crisis de los medios de vida. Estos datos indican la importancia de la cooperación internacional en los asuntos de sostenibilidad.
Desde mucho antes de que se descubriera ENCUADRE el papel de los agentes infecciosos, a finales del siglo xix, se ha advertido que las condiciones climáticas afectan a las enfermedades epidémicas. La aparición y propagación de la COVID-19 no solo fue predecible, sino que se pronosticó que habría otra aparición viral que sería una amenaza para la salud pública (Ivanova Boncheva, 2020). Esto se agrava debido a que ciertas condiciones del actual proceso de producción no sostenible que deteriora el medio ambiente así lo permiten; por ejemplo, la insuficiencia de agua potable, la producción de alimentos en masa, las granjas y criaderos de ganado y aves de corral que genera mutaciones de bacterias y virus que crean nuevas enfermedades, el crecimiento vertiginoso de la población mundial, la expansión no controlada de zonas urbanas con pocos o ningún servicio sanitario, la deforestación descontrolada que nos acerca a los hábitats naturales de las plagas, entre otros (Ivanova, 2020). Con base en lo anterior, este artículo profundiza en la relación intrínseca entre el cambio climático y la sostenibilidad, y resalta la necesidad de elaborar planes de desarrollo que los consideren como un binomio fundamental.

El desarrollo sostenible
El enfoque de la sostenibilidad o sustentabilidad es multidisciplinario, multiescala y multiperspectiva porque abarca, entre otros ámbitos, la economía, la cultura, las estructuras sociales, además del uso y protección de los recursos. A partir de esta certeza, aquellos a quienes les preocupa la pobreza han enfatizado en las diversas acepciones del término desarrollo, en tanto que los ambientalistas han fijado su atención en la conservación. Por otro lado, se han propuesto otras definiciones que hacen referencia a la “sostenibilidad fuerte”, la cual afirma que es el medio ambiente (el capital natural) lo que debe ser sostenido; mientras que la “sostenibilidad débil” se enfoca en el crecimiento como supuesta fuente de bienestar (Jamieson, 1998).
La dimensión económica se centra en mantener el proceso de desarrollo por vías óptimas hacia la maximización del bienestar humano (utilidad), teniendo en cuenta las restricciones impuestas por la disponibilidad de capital natural. La capacidad de proveer utilidad está directamente relacionada con el mantenimiento de cuatro tipos de capital: producido, natural, humano y social (Bebbington, 1999; Ivanova & Ángeles, 2014).

La dimensión ambiental surge del postulado de que el futuro del desarrollo depende de la capacidad que tengan los actores institucionales y los agentes económicos para conocer y manejar, según una perspectiva de largo plazo, su reserva de recursos naturales renovables y su medio ambiente (Leal, 2009). Esta dimensión incluye, sin duda, al ENCUADRE cambio climático y sus impactos sobre el medio ambiente y la vida humana.

La dimensión social consiste en reconocer el derecho a un acceso equitativo a los bienes comu - nes para todos los seres humanos, en términos intra e intergeneracionales, tanto entre géneros como entre culturas, entre los espacios territoria - les y en el tiempo. Además implica que las per - sonas adquieran capacidades de autorrealización y que se incluyan sus opiniones en la toma de decisiones relacionadas con el desarrollo de sus territorios mediante un proceso de equidad, par - ticipación social y empoderamiento. Esto significa que las personas sean agentes activos en la toma de decisiones sobre el desarrollo, su implementa - ción y monitoreo. En suma, la interacción de estas dimensiones debe estar acompañada por la bús - queda de equidad, viabilidad económica y sosteni - bilidad de los recursos naturales en el corto y largo plazo (Foladori, 2002; Ivanova & Ángeles, 2014).

Cambio climático: impactos y acción
La influencia humana en el sistema climático es innegable (Masson-Delmotte et al., 2021). En la medida en que altere el clima, habrá mayores riesgos de impactos severos, generalizados e irre - versibles, de los trópicos a los polos, en todos los continentes y en el océano. Los impactos afectan a países ricos y pobres (Pörtner et al., 2022); sin embargo, la capacidad de respuesta en los países en desarrollo es mucho más baja.

La vía dominante hacia la industrialización se ha caracterizado por altas emisiones simultáneas de gases de efecto invernadero (GEI) y presión sobre los recursos naturales. Comprometerse con vías alternativas de desarrollo requiere cambios importantes en muchas áreas, como la estructura económica, la distribución geográfica de las acti - vidades, los patrones de consumo responsable y la demografía.

Mitigación
La acción climática se realiza en dos vertientes principales: mitigación y adaptación. La mitigación es la acción que permite disminuir la acumulación de GEI en la atmósfera (ataca la causa del calentamiento global). Consiste en políticas e instrumentos para reducir las emisiones de GEI, así como en la protección y ampliación de los sumideros de carbono, principalmente bosques y humedales que absorben dióxido de carbono del aire; las fotos de esta página presentan ejemplos de acciones de mitigación.
Adaptación
La adaptación es la segunda gran vertiente de acción climática y comprende iniciativas y medidas diseñadas para reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales frente a los impactos actuales y esperados del cambio climático (afronta los impactos del cambio global). Los principales sectores y actividades que afectan el cambio climático se dan en diversos ámbitos (ver infografía abajo). En la agricultura se ven afectados los rendimientos de la producción y la demanda de irrigación; la biodiversidad se ve impactada por la pérdida de hábitats y la desaparición de especies; en torno al agua se generan problemas de abastecimiento y calidad, así como nuevas dinámicas de competencia por el recurso; en las áreas costeras ocurre la erosión de playas, hay inundaciones y aumento en los costos generados por nuevas necesidades de protección de las comunidades costeras. Los impactos en la salud están en el aumento de los índices de mortalidad relacionada con el clima, en mayores incidencias de enfermedades infecciosas y respiratorias, y en las ciudades las inundaciones acarrean perturbaciones sociales y económicas.
La adaptación a los impactos del cambio climático y el desarrollo sostenible tienen objetivos comunes: equidad en el acceso a los recursos, desarrollo del capital humano y social, acceso a los mecanismos para afrontar los riesgos, desarrollo de capacidades institucionales.

El Acuerdo de París
El objetivo central del Acuerdo de París fue fortalecer la respuesta global ante la amenaza del cambio climático limitando al aumento de la temperatura global en este siglo muy por debajo de dos grados Celsius, respecto de los niveles preindustriales, y continuar los esfuerzos para impedir un aumento de temperatura de más de 1.5 grados Celsius. Además, el acuerdo tiene como objetivo aumentar la capacidad de los países para hacer frente a los impactos del cambio climático y hacer que los flujos financieros sean consistentes con una emisión baja de GEI y una vía de desarrollo sostenible. Las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC por sus siglas en inglés) reflejan la capacidad de cada país para reducir las emisiones de GEI, mediante el establecimiento de sus propios objetivos y acciones (Wadhwa et al., 2018).

El Acuerdo de París anuncia una nueva era de “multilateralismo híbrido” (Tosun & Leininger, 2017), con mayor flexibilidad para reconocer los beneficios de trabajar de diferente manera y en distintos grupos, y permitir formas de gobierno más descentralizadas o “policéntricas”, que involucren a diversos actores a nivel regional, nacional y subnacional (Ostrom, 2010), beneficien la eliminación de desequilibrios entre los países desarrollados y en desarrollo, y busquen formas más efectivas de incentivar la participación del sector privado en la gobernanza climática.

Hacia los ODS: retos del cambio climático
Los ODS son un llamado universal a la acción para acabar con la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de la paz y prosperidad para 2030. Adoptados por ciento ENCUADRE noventa y tres países, entraron en vigor en enero de 2016 y tienen como objetivo fomentar el creci - miento económico, garantizar la inclusión social y proteger el medio ambiente. Además, fomentan un espíritu de asociación entre los gobiernos, el sector privado, el mundo académico y las organiza - ciones de la sociedad civil, con el apoyo de las NU. Esta asociación está destinada a garantizar que se tomen las decisiones correctas ahora para mejorar la vida, de manera sostenible, para las generaciones futuras (Zhai & Chang, 2019).

Es muy importante resaltar que en los ODS la acción frente al cambio climático está incluida de manera explícita en el objetivo trece. Sin embargo, se puede observar que es transversal a práctica - mente todos los objetivos (tabla 1). Por supuesto, la paz, la justicia, las instituciones fuertes y las alianzas a nivel mundial, regional, nacional y sub - nacional son de suma importancia para avanzar en la Agenda 2030, en paralelo a la Agenda de Acción Climática.

Conclusiones
Si bien el concepto de desarrollo sostenible ha sido relevante desde tiempos inmemoriales, se puede argumentar que su relevancia se incrementa cada día porque la población sigue aumentando, pero los recursos naturales disponibles para la humanidad no. Consciente de este fenómeno, siempre se ha expresado la preocupación mundial para aprovechar de manera sostenible los recursos disponibles y afrontar exitosamente los impactos del cambio climático.

El clima y el desarrollo sostenible están estrechamente relacionados y deben abordarse juntos. En la práctica existen sinergias y compensaciones entre las acciones para lograr la mitigación del cambio climático en el contexto del desarrollo sostenible. La equidad juega un papel importante en la evaluación de las políticas climáticas y de desarrollo sostenible y los procesos de toma de decisiones. La gobernanza multinivel es necesaria para construir un futuro más incluyente y verde, así como para garantizar la implementación de políticas y medidas.

El objetivo de recuperación económica y social después de la COVID-19 debe ser; conservar, proteger y mejorar los recursos naturales en las comunidades, así como resguardar la salud y el bienestar de sus habitantes de los riesgos e impactos ambientales y climáticos, todo ello con un espíritu justo e inclusivo.

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