Encuadre
30 de junio de 2022
El paradigma ciencia-sociedad. Su impacto e importancia en la educación
Existen paradigmas que tienen el poder de transformar radicalmente el pensamiento de los seres humanos. Han surgido a través de la producción de conocimiento de las prácticas y las identidades de diversos grupos en la sociedad. Por ejemplo, el movimiento LGBTQIA+ emerge de la necesidad de personas con orientaciones sexuales alternativas de crear conciencia sobre la exclusión y represión que sufren los miembros de sus comunidades en todo el mundo. Dicho movimiento ha luchado por el reconocimiento y desestigmatización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad en la sociedad. Gracias a él, se está generando un sistema de creencias, principios, conocimientos y valores que orienta a la sociedad en el respeto al derecho de ejercer las diversas formas de sexualidad que practican los seres humanos. Esto nos ayuda a entender la diversidad como una característica inherente a lo humano y a rechazar todo acto de represión hacia la manifestación de esta diversidad.
LA CULTURA DE UNA SOCIEDAD TAMBIÉN INFLUYE EN LA MANERA EN QUE
LA CIENCIA SE PRACTICA CON EL FIN DE PRODUCIR CONOCIMIENTO
Algo que también está transformando el ser, hacer y saber de los seres humanos es el paradigma ciencia-sociedad, que surge a partir de la humanización de la práctica científica para extender la percepción que tenemos de ella. En particular, la relación ciencia-sociedad está enfocada en ampliar las concepciones que tenemos del rol de la sociedad en el sistema científico y viceversa. A principios del siglo xx, la ciencia era entendida como una actividad meramente objetiva y neutral. Los científicos de la época intentaban ocultar los aspectos sociales presentes en la producción de conocimiento para no relacionarlo con nada de carácter subjetivo. Los sociólogos de la ciencia se encargaron de proponer que esta es una práctica humana con diversos propósitos e impactos. De acuerdo con este enfoque, la ciencia es una herramienta humana con características únicas debido a los propósitos que persigue; sin embargo, esta práctica es similar a otras tantas por la condición humana de sus principales actores, que están inmersos en contextos políticos, económicos y sociales.
La sociedad provee recursos económicos y humanos para cubrir las necesidades de la ciencia; a su vez, la ciencia devuelve a la sociedad conocimientos, prácticas y productos que directamente benefician y mejoran la calidad de vida de las personas. La relación entre ciencia y sociedad contribuye al progreso y al desarrollo económico y social del mundo y representa la piedra angular para la integración de investigación, desarrollo e innovación. Por ejemplo, para enfrentar los retos que surgieron a partir de la aparición del virus COVID-19, países como China, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos financiaron proyectos científicos de producción de vacunas para controlar los contagios del virus a nivel mundial. A partir de dicho financiamiento, la sociedad y la ciencia se han beneficiado de esta situación. La sociedad ha promovido la salvación de vidas humanas a partir del suministro de vacunas y, por otro lado, la ciencia ha producido nueva tecnología para el desarrollo de vacunas para otras enfermedades.
La cultura de una sociedad también influye en la manera en que la ciencia se practica con el fin de producir conocimiento. Por ejemplo, Xochimilco ha sido una zona de producción agrícola desde tiempos prehispánicos. La gran Tenochtitlan fue abastecida por la copiosa producción agrícola de las chinampas (pequeñas áreas rectangulares de tierra sobre los lagos del Valle de México que hoy aún existen en el lago de Xochimilco). La impecable y productiva práctica agrícola en las chinampas de Xochimilco ha llamado la atención de diversos científicos (químicos, biólogos, ingenieros agrónomos) por estudiar las características del suelo y la sustentabilidad de esta estrategia.
La ciencia también ha influido en la cultura y en la política. El ingeniero químico Mario Molina fue un extraordinario investigador que revolucionó la conciencia y la política ambientales en el mundo entero. Molina y su equipo de investigación identificaron y estudiaron la descomposición del ozono de la estratosfera. Su labor científica fue trascendental para la regulación de las emisiones contaminantes con el fin de eliminar el plomo, reducir el azufre, mitigar los clorofluorocarbonos y disminuir la formación de ozono troposférico. Así que Molina y otros investigadores practicaron activismo y política científica para enfrentar el cambio climático. El resultado fue la concientización del público consumidor de latas de aerosol mediante una etiqueta que advertía sobre el daño que ese producto podía provocar al medio ambiente y la remoción del plomo de las gasolinas comercializadas en México a principios del siglo xxi, entre otras regulaciones más. Científicos como Mario Molina han cumplido funciones de activismo y política científica para crear soluciones a problemas socioambientales como la eliminación del plomo en las gasolinas (Bolaños Guerra, 2021).
¿Cuáles son las características de una enseñanza y aprendizaje de la ciencia en el contexto de la experiencia humana? Para responder esta pregunta tomaremos el ejemplo de la química como una práctica científica que se encarga del diseño, de las aplicaciones y de las evaluaciones de diversos procesos y métodos para el análisis, síntesis y transformación de las sustancias. Imaginemos a una persona que va al supermercado a comprar agua embotellada para un día de campo. Al estar frente al estante, la persona encontrará muchas opciones. Seguramente estará disponible agua embotellada en plástico, vidrio y cartón. La persona se preguntará cuál escoger: ¿con qué criterio evaluar la elección? Si la persona está consciente de las repercusiones ambientales que tienen los distintos envases, posiblemente su elección será el envase de vidrio o el de cartón, pero sería más difícil elegir entre estas dos opciones con base en el conocimiento disponible sobre el cuidado del ambiente.
EL PARADIGMA CIENCIA-SOCIEDAD ES UNA EXCELENTE APROXIMACIÓN PARA
MOVER LAS RIENDAS DEL PRESENTE Y EL FUTURO DE LA EDUCACIÓN CIENTÍFICA
La respuesta a este dilema podría generarse a través del pensamiento químico (Sevian y Talanquer, 2014). Si nos enseñaran en la escuela los procesos por los cuales se crean el cartón y el vidrio, podríamos conocer la relación de costo-beneficio-riesgo de la producción de estos materiales y evaluar cuál de ellos es el menos dañino para el ambiente; si además se nos enseñara acerca de los procesos de reciclaje del cartón y el vidrio, podríamos conocer el costo-beneficio-riesgo de cada uno de ellos para optar por el más barato y eficiente. Este es un ejemplo de la vida cotidiana, pero existe una infinidad de decisiones que hacemos con base en criterios que tienen que ver con el pensamiento químico (carros eléctricos o de combustión interna, veganismo y consumo de productos derivados de animales, etc.).
En la evaluación de las relaciones de costo-beneficio-riesgo que involucran la síntesis y transformaciones de materiales, podemos relacionar la práctica de la química con el ambiente o ecosistema en el que vivimos. La enseñanza y aprendizaje de la química debe estar enfocada en enfrentar experiencias basadas en la aplicación del pensamiento químico en la vida cotidiana, siempre reflexionando sobre las implicaciones sociales, políticas, culturales, económicas y ambientales del desarrollo científico y el uso de los productos derivados de la práctica científica. Este tipo de situaciones no involucra necesariamente respuestas correctas; por el contrario, se tiene la oportunidad de pensar y decidir a partir de múltiples contextos, los cuales permiten y elevan la importancia de la heterogeneidad de formas de pensar, hacer y ser de los alumnos.
De acuerdo con la enseñanza y aprendizaje de la química a través del paradigma ciencia-sociedad, la práctica de la química puede ser vista desde diferentes aristas. Es común encontrar personas que consideran a la química como una práctica que genera contaminación y enfermedades. Raramente se entiende a esta disciplina como una práctica que involucra la toma de decisiones de toda la ciudadanía, desde el científico hasta el consumidor de un producto comercial.
En el extremo opuesto, debemos tener la precaución de no entender a la química desde un enfoque cientificista, que se basa en la percepción de la práctica de la química como la única solución a todos los problemas de la sociedad. La química en particular y la ciencia en general ofrecen alternativas de solución a retos que día a día enfrenta la sociedad. Es nuestra decisión utilizar las herramientas que derivan de la ciencia para nuestro beneficio, pero deben tomarse en cuenta las implicaciones (relaciones de costo-beneficio-riesgo) de estas decisiones.
De acuerdo con estos ejemplos de la relación entre ciencia y sociedad podemos reflexionar sobre los cambios rápidos que están ocurriendo en la sociedad y la ciencia, además de la participación informada de la ciudadanía para enfrentar los retos y necesidades de un mundo cambiante. Una pregunta general que surge a partir de nuestra reflexión es: ¿qué esfuerzos debemos hacer para formar ciudadanos informados y capaces de tomar decisiones cruciales sobre problemas y asuntos actuales? La educación juega, indudablemente, un papel primordial en este ejercicio reflexivo y representa una posible respuesta a esta gran pregunta.
EL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA DE LA CIENCIA DESDE EL PARADIGMA CIENCIA-SOCIEDAD
Debido a la inherente relación entre sociedad y ciencia, la educación científica ha considerado pertinente crear reformas para desarrollar en las personas diversas formas de pensar, hacer y ser, que funcionen como recursos para enfrentar diferentes retos en las sociedades actuales. Se piensa que, si se implementa una educación basada en el paradigma ciencia-sociedad, los estudiantes construirán una conciencia crítica hacia la ciencia y su entorno social para tomar decisiones que resuelvan retos personales y colectivos (Garritz, 1994). Así que enseñar y aprender por medio del enfoque ciencia-sociedad requiere transgredir la enseñanza habitual de la ciencia, que se caracteriza por presentar los conceptos disciplinares de una manera aislada.
Una enseñanza tradicional de la ciencia muestra a la práctica científica y a los científicos alejados de los problemas reales del mundo, ajenos a los retos que se ven y escuchan, por ejemplo, en los medios de comunicación y las redes sociales. Una consecuencia de esta enseñanza tradicional de la ciencia es que los alumnos perciben su práctica como ajena al mundo en que viven; no hay una clara conexión entre lo que sé y lo que puedo hacer con lo que sé. Se trata de romper con la imagen de una ciencia neutral que ignora los conflictos económicos, políticos, ambientales, culturales y sociales de un país.
VENTAJAS DEL PARADIGMA CIENCIA-SOCIEDAD
El paradigma ciencia-sociedad es un enfoque que invita a un cambio de gran alcance en el que los contenidos disciplinares dejan de ser tópicos aislados sin ninguna conexión con la experiencia humana y el contexto en el que se aprenden cobra una importancia trascendental para darle significado a la ciencia en nuestras vidas.
Para trasladar el paradigma ciencia-sociedad al aula, los profesores deben identificar aspectos sociocientíficos globales y locales; es decir, aspectos que sean relevantes para los alumnos tanto en su vida diaria como en la sociedad de la que son parte. Estos aspectos sociocientíficos pueden ser la base para abordar temas que son únicos de cada país, localidad, plantel o incluso de cada aula. Es importante señalar que su identificación puede derivarse de las preguntas e inquietudes de los propios alumnos. En ocasiones es válido hacer a un lado los planes de los docentes para atender los temas que son de gran interés para los alumnos; ellos y ellas ya son parte de la sociedad, son agentes activos que toman decisiones e influyen en la resolución de problemas en una sociedad. ¿Por qué esperar hasta que el alumno esté “preparado” para aplicar lo que sabe? Es momento de dejar de enseñar la ciencia del siglo xix para estudiantes del siglo xxi. El paradigma ciencia-sociedad ofrece una excelente aproximación para mover las riendas del presente y el futuro de la educación científica. Los alumnos son agentes que toman decisiones en una sociedad que enfrenta retos sociocientíficos.
COROLARIO
Un paradigma consiste en un sistema de creencias, principios, conocimientos y valores que influyen sobre la forma de entender las experiencias que tenemos, para dar sentido a nuestra realidad (Wray, 2011). Así entendidos, los paradigmas son clave para entender la interacción social y los retos que se generan a través de ella. Un ejemplo de paradigma que regula nuestra percepción y participación en la sociedad es la relación ciencia-sociedad. La ciencia es una práctica humana que interactúa y recibe la influencia de la economía, la cultura, la política y el ambiente de un país, ámbitos que a su vez son transformados por la práctica científica. Es por esta razón que hemos puesto atención en problemas recientes como el cambio climático o la COVID-19, los cuales pueden ser entendidos a través de la ciencia. La química es una práctica que, bajo el paradigma ciencia-sociedad, implica nuestra evaluación y toma de decisiones de los procesos de síntesis y transformación de las sustancias que repercuten en controlar o acelerar el cambio climático. Por esta razón, el paradigma ciencia-sociedad ofrece un contexto de enseñanza y aprendizaje de la ciencia en el que las personas dan sentido a la importancia que esta tiene en sus vidas y asumen su responsabilidad al tomar decisiones sobre la utilización de productos que son generados por la práctica científica o sus aplicaciones. El paradigma ciencia-sociedad nos permite ser ciudadanos críticos ante la ciencia que produce nuestra sociedad y ante el uso de las herramientas que nos ofrece en nuestra vida diaria.
Raúl Orduña Picón es doctor en Investigación de la Educación Química. Actualmente es director de proyectos e investigador postdoctoral en la Universidad de Massachusetts, Boston, EUA.
Referencias
Bolaños Guerra, Bernardo (2021). “Mario Molina: pionero de la justicia ambiental”. Educación Química, 32 (número especial).
http://dx.doi.org/10.22201/fq.18708404e.2021.4.80331
Wray, Brad (2011). Kuhn and the discovery of paradigms. Philosophy of the Social Sciences, 41(3), 380-397.
https://doi.org/10.1177/0048393109359778
Garritz, Andoni (1994). “Ciencia-Tecnología-Sociedad. A diez años de iniciada la corriente”. Educación Química, 5(4).
http://dx.doi.org/10.22201/fq.18708404e.1994.4.66746
Sevian, Hannah, y Talanquer, Vicente (2014). “Rethinking chemistry: a learning progression on chemical thinking”. Chemistry Education Research and Practice, 15(10).
http://doi.org/10.1039/C3RP00111C