Mi experiencia en la Universidad de Bristol

Con mucha ilusión y un poco de nervios, comencé mi movilidad en la primavera de 2020 en la Universidad de Bristol; sin embargo, no imaginé los retos que supondría el advenimiento de la pandemia.

En la movilidad conocí un enfoque ligeramente distinto de mi carrera. La perspectiva interdisciplinaria que ofrece la universidad me permitió reconocer componentes valiosos y diversos del desarrollo académico y profesional de las matemáticas. Compartí clases con alumnos de diferentes áreas científicas (químicos, ingenieros y computólogos) por lo que el tratamiento de los temas era menos estricto que al que estaba acostumbrado. Esto me permitió volver eficiente el aprendizaje de todos los contenidos de los cursos y conocer distintos horizontes de aplicación de los conceptos. Ante todo, me entusiasmó ver algo nuevo.

Inscribí tres materias que, aunque eran avanzadas, en mi facultad corresponden a materias del segundo o tercer año de la licenciatura. Por lo mismo, no sentí demasiada presión y pude organizarme adecuadamente para estudiar. El modelo de clases que combinaba lectures (ponencias de los profesores) con seminarios de discusión me pareció muy bien estructurado. En las lectures, el profesor expone y casi no hay espacio para hacer preguntas, lo cual se me hizo un poco redundante considerando que el mismo contenido que se explicaba era mandado por correo. Preferí los seminarios, donde podía compartir mis preguntas con compañeros y profesores.




Encontrarse en un ambiente diferente y con modos nuevos de trabajar me permitió ejercitar mi autogestión y me recordó la importancia de pedir ayuda. Algo que agradecí fue la disposición institucional de la universidad, de sus trabajadores y de la plantilla docente para responder asertivamente mis dudas académicas y administrativas. Asimismo, la presencia de una unión de estudiantes encargada de mediar entre las instituciones y los individuos facilita estos procesos y los humaniza.

La preocupación institucional por el bienestar del alumno fue fundamental para permitir a los alumnos internacionales regresar a sus hogares y concluir el semestre desde casa. Éste fue mi caso y me sentí completamente respaldado por la universidad. Incluso se realizaron los exámenes finales en distintos horarios para garantizar que los alumnos de diversas partes del mundo pudieran escoger el que quisieran.

Debo reconocer que los esfuerzos de la universidad por acercar los contenidos académicos a los estudiantes a través de plataformas virtuales fueron fundamentales para continuar el trabajo en línea durante el confinamiento. Antes de que comenzara la pandemia, todas las clases eran grabadas y los apuntes de los profesores estaban disponibles para los alumnos. Cuando empezó el confinamiento además de las grabaciones, se implementaron sesiones de asesoría a través de plataformas de videoconferencia y nos permitieron hacer los exámenes finales completamente en línea.

Cabe destacar la oferta de sociedades de alumnos que tiene la Universidad. Éstas ofrecen actividades extracurriculares al alumnado relacionadas con algún tema concreto, los cuales abarcan rubros diversos como ciencia, artes, religión o deporte. Me uní a la Sociedad de Ciencia de Datos de la Universidad y asistí a un taller de programación. Aunque la pandemia imposibilitó la continuación de las actividades presenciales, las sociedades continuaron trabajando con sus miembros a través de actividades virtuales como cursos o conferencias. La posibilidad de conocer personas de distintas ramas interesadas en un mismo tópico enriqueció mi aprendizaje.

Sin duda, el año pasado fue atípico para todos y el reto de gestionar un intercambio puede parecer complicado en las circunstancias que vivimos. Sin embargo, la movilidad fue una experiencia académica fundamental en mi formación que siempre agradeceré haber podido vivir.

---