Desde muy joven me he sentido atraído por los ambientes internacionales y la diversidad que éstos conllevan. Esto me llevó a querer hacer un intercambio durante mi primer año de bachillerato y, ya que en México estaba aprendiendo alemán, fue que decidí hacerlo en Viena, Austria. Ahí llegué con una familia anfitriona y fui a una escuela normal, por lo que casi todas las personas con las que convivía eran o austriacos u otros estudiantes internacionales. Al inicio mi principal obstáculo fue el idioma, ya que, aunque sí hablaba alemán con un buen nivel, en el día a día la gente utilizaba mucha jerga o hablaban con mucho acento, por lo que muchas veces tenía que pedir más de una vez que me repitieran lo que me querían decir. Esto fue mejorando con el tiempo y la comunicación se volvió cada vez más fluida. Mientras mejor me podía comunicar con los demás, más me di cuenta de lo que sería mi siguiente obstáculo: la cultura.
Yo sé que hablar de algo tan vasto como la cultura y tratar de reducirlo a un concepto simple o concreto puede sentirse ambiguo, pero fue la suma de pequeñas diferencias en hábitos, valores o la manera de ver los distintos tipos de relaciones interpersonales que me ayudaron a entender también qué es exactamente una cultura. Estas diferencias muchas veces nos llevan a pasar momentos incómodos, yo lo viví principalmente con la manera que tienen los austriacos de ver las relaciones; menos afectivas y más difíciles de entablar que en México. Al mismo tiempo, creo que el pasar un tiempo más largo ahí, me llevó a entender el porqué de muchos de estos aspectos, además de permitirme tomar lo mejor de ambas culturas y combinarlo para poder crecer como persona.
Imagen de rectoría. Fotografía de Miguel Hernández
Al terminar mi intercambio yo sabía que terminando la preparatoria quería regresar a Europa para la universidad. Fue así como después de dos años más en México, regresé a Viena para cursar ahí mi carrera en la Universidad de Economía, la WU. Entré a un programa en inglés que busca ser lo más internacional posible, donde somos alumnos de más de 30 países. La verdad es que mi proceso de integración y de entendimiento cultural con mis compañeros me fue mucho más fácil esta ocasión, ya que pude utilizar todas las herramientas que adquirí mi primera vez en Austria. Esta vez fue incluso más interesante porque el grupo de alumnos era mucho más maduro y diverso. En el sentido académico, me fue muy enriquecedor el poder trabajar en proyectos con alumnos que tenían distintos antecedentes y maneras de pensar. Fue gracias a esta diversidad de pensamiento y de metodología que aprendimos a ver cualquier problema desde un ángulo o con un enfoque que normalmente no hubiéramos tenido.
FUE ASÍ COMO DESPUÉS DE DOS AÑOS MÁS EN
MÉXICO, REGRESÉ A VIENA PARA CURSAR
AHÍ MI CARRERA EN LA UNIVERSIDAD DE
ECONOMÍA
Después de dos años de carrera, cuando Europa reabrió sus fronteras internas, tuve la oportunidad de hacer otro intercambio, ahora en la ESADE de Barcelona. Quise hacerlo ahí porque quería volver a experimentar una nueva cultura, pero una que fuera un poco más similar a la nuestra. Debo decir que, aunque en general la gente en España tiene una manera de ver el mundo un poco más similar a la que tenemos en México, sí se nota que son culturas muy distintas. Aun así, la convivencia con los estudiantes internacionales me pareció sorprendentemente normal. Notaba como para la mayoría de mis compañeros que experimentaban un ambiente internacional por primera vez, todas las diferencias culturales eran muy nuevas, mientras yo ya me sentía acostumbrado a eso.
HE CONOCIDO Y ENTABLADO RELACIONES
CON GENTE MUY DISTINTA Y GRACIAS A ESTO
TAMBIÉN HE ENTENDIDO Y PERCIBIDO MIS
RELACIONES EN MÉXICO
Estas experiencias definitivamente me han ayudado a crecer tanto académica como personalmente. He conocido y entablado relaciones con gente muy distinta y gracias a esto también he entendido y percibido mis relaciones en México de una manera diferente y en cierto modo más completa. Estoy seguro de que las habilidades que he adquirido me serán de mucha ayuda tanto en mi vida profesional como en lo personal. Es por todo esto, además de las posibilidades de viajar y ver lugares distintos, comer cosas nuevas, así como de tener la oportunidad de enseñar en el mundo lo que es México y lo que somos los mexicanos, es que le recomendaría encarecidamente vivir una temporada en el extranjero a todos los que aún no estén convencidos.